Algo más de treinta minutos y una carretera de vías sinuosas separan el municipio de Gáldar de Valleseco. A medida que me voy acercando a mi destino, me dejo abrazar por un sendero de asfalto sinuoso embellecido por el verde del paisaje. De pronto me viene a la cabeza la canción de The Beatles The long and winding road, el largo y sinuoso camino que lleva a su puerta, una canción que entonaba melancólicamente Paul McCartney mientras acariciaba el teclado de un piano de cola. A diferencia del de Liverpool, el camino emprendido no me resulta especialmente largo ni mucho menos melancólico, y tampoco tendría como resultado darme de bruces con unas puertas cerradas, sino todo lo contrario.
Una valla verde de hierro recientemente instalada para hacerla más accesible a los vehículos, me recibe. El ladrido de dos canes y el sutil olor a rosas me dan la bienvenida. En el cielo se asomaban los primeros rayos de sol de un día que promete tornarse cálido en este fin del oficial calendario estival, contradicho, una vez más, por el inicio de un tiempo veraniego que, en este mini continente de isla, comienza justo cuando asoma septiembre.
Abro la puerta de metal que da paso a un amplio cuarto de madera. En su interior se encuentra el dueño de la casa. Está ensimismado frente al ordenador, en un lateral de la habitación que le hace de despacho-biblioteca, situado frente a una ventana, tras la que asoman verdes ramas de un árbol. Se encuentra inmerso en su trabajo, siguiendo una rutina que, según él mismo afirma, le mantiene vivo y activo durante ocho horas diarias en aquel espacio repleto de estanterías de madera, de las que rebosan libros por aquí y por allá, y que, sin embargo, mantienen un perfecto y estudiado orden.
Una rápida mirada a los volúmenes que componen aquel mini santuario a las letras impresas, nos hablan de su dueño: Franz Kafka, Rainer Maria Rilke, Georg Trakl, Lévi-Strauss, Lezama Lima, Herman Hesse, textos de sociología, de ensayos políticos, enciclopedias, ejemplares de diversa temática escritos en alemán, en inglés, en francés… Entonces, una comienza a intuir de dónde le viene la capacidad de crear a un intelectual como Ángel Sánchez, y es que este escritor galdense es ante todo un gran lector, un escritor que ha aprendido leyendo e investigando, un autor que se ha nutrido de las miles de lecturas realizadas y de las millones de vivencias personales para conformar sus propias creaciones.
Al observarlo en su universo, una puede concluir que está frente a un intelectual de antaño, uno de esos que buscan el aislamiento y la tranquilidad de una reclusión voluntaria —hallada en un hermoso paraje de Valleseco— donde dar rienda suelta a su pasión vital: escribir. Sin duda, puedo afirmar que estoy frente a un hombre que aspira a crear belleza desde la experiencia y la imaginación, tal y como crea belleza cultivando rosas como las que adornan la mesa en la que escribe.
El gorro de tela que oculta su cabeza deja traslucir una amplia sonrisa y la emoción por la visita. Yo tampoco puedo ni quiero impedir mi emoción por compartir y conocer este cosmos personal. No en vano, estoy en uno de los lugares más íntimos de uno de los nombres clave de la literatura canaria contemporánea, de uno de los autores cuya fecunda obra ha sido reconocida este mismo año con el Premio Canarias de Literatura. Precisamente, este reconocimiento y nuestra amistad mutua me han llevado hasta su casa. Por el Premio Canarias comenzamos la entrevista.
«no quiero premios; lo que quiero son lectores»
⇒ Qué ha supuesto el Premio Canarias de Literatura como escritor y como persona?
Como escritor, supone una recompensa a tantos años dedicado a la escritura, al conocimiento, a la divulgación de la peculiaridad canaria en todas las facetas que he estudiado y en todos los géneros que he tratado, poesía, novela, ensayo, crítica… Y como persona, sin duda, el premio constituye una llave para ser divulgado, especialmente en la Península, pero, sobre todo, supone un nuevo impulso para acercarme a los lectores. Y esto es lo importante porque, como he dicho en varias ocasiones, no quiero premios; lo que quiero son lectores.
⇒ En tu opinión, ¿es necesario ganar premios para posicionarte en el ‘mercado’ literario?
Parece que ser que sí, aunque creo que la gente se posiciona cuando se tiene talento, y se supone que los premios se los dan a la gente que tiene algo de talento. Un premio vende.
⇒ ¿Un premio salva del olvido?
A eso sólo lo salva el tiempo…
⇒ ¿Qué implica ser isleño en tu obra?
En primera instancia, te diría que aislamiento, es decir, el estar rodeado de agua, en un país donde además hay muy poco nivel de lectura, pues claro que condiciona al aislamiento el vivir en una isla. Y después están otros elementos propios del ámbito insular como son el paisaje, la mar y, por supuesto, la condición de mestizaje. En las Islas tenemos influencias europeas, africanas, americanas, somos gentes muy concentradas, dedicadas a la lírica sobre todo, aunque a mí personalmente me interesa más el aspecto social de la literatura. Me he metido en muchos combates desde el principio de mi faceta como escritor cuestionando el desorden mundial. Mis primeros versos escritos en Salamanca, en el año 67, fueron contra la guerra de Vietman.
⇒ Ahora que nombras este aspecto de la escritura, en tu opinión, ¿el escritor debe de realizar crítica social a través de sus textos?
«El escritor debe constituirse en una especie de conciencia que exponga los principales derechos del hombre»
El escritor debe constituirse en una especie de conciencia que exponga los principales derechos del hombre a la sociedad que lo lea, es decir, tenemos el deber de, a través de lo que escribimos, intentar educar y crear conciencia a la gente sobre sus derechos. Piensa que durante la dictadura no teníamos derechos, sólo deberes. Tuve la suerte de poder ir a Francia y allí ya me impliqué con el ámbito más social y político de la escritura. Así que, por supuesto, el escritor tiene el deber de implicarse, tal lo han hecho muchos antes, Walt Whitman, Tolstói, Italo Calvino, Saramago…
⇒ Porque, además, la posibilidad de escribir y que te lean convierte tus letras en un arma, la literatura como arma…
Sí, claro, la escritura es un especie de kalashnikov, un arma del que escribe para exponer la verdad, la belleza, la ética, según el estilo, el género y el modo de pensar de cada uno, implicado, por supuesto, con la época en la que se vive. Creo que hay que impregnar lo que escribimos con pensamiento crítico; al menos, eso es lo que busco con mis textos.
⇒ ¿Para quién escribe Ángel Sánchez?
Para el público, desde luego, pero sobre todo, para conocerme y conocer a los demás. Escribo porque fui un gran lector desde niño. Tuve la suerte de que mis padres tenían una biblioteca fantástica en Gáldar, en nuestra casa de la calle Larga (calle Capitán Quesada), eran profesores de escuela, gente educada en la Institución Libre de Enseñanza. Desde pequeño, leía compulsivamente. Mi primer libro lo compré con 13 años, recuerdo que lo pedí por correos y pagué 1,25 pesetas. Era Juegos prohibidos, de François Boyer; luego vinieron Las mil y una noches, Tolstói, Blasco Ibáñez, Galdós…y en poesía, la que mi madre nos leía, como Rubén Darío, Espronceda, … es decir, lo que podíamos leer. Mi primer libro prohibido fue El rayo que no cesa, de Miguel Hernández. Lo leí con 16 años y me quedé fascinado con él. Es uno de mis grandes poetas.
«Uno es resumen de todo lo que lee y de lo que vive»
⇒ ¿Ser buen escritor requiere ser buen lector?
Sí, claro, hay que leer y mucho. Hay que aprender modulaciones, temáticas,… Uno es resumen de todo lo que lee y de lo que vive. Cuando empiezas a escribir, puedes parecerte a otro escritor, pero después, debes de ir despegándote hasta lograr tener una voz propia. Se trata de un proceso que debe de salir de forma natural, sin ser buscado.
⇒ ¿Qué hace que un texto sea un buen texto?
Sobre todo la originalidad, que sea poiesis, que sea salido de la nada y que tenga hondura, ritmo, claridad y, por supuesto, que llegue, que pueda ser compartible. Es decir, que uno sienta lo que está leyendo.
⇒ ¿Prosa o poesía?
Ahora mismo, prosa. En poesía ya solo realizo poemas visuales.
⇒ ¿Qué es la poesía visual?
«El poema visual tiene que entrar en ti como representación, no hay que buscarle un significado»
La poesía visual es una expresión que surge con la tipografía y la caligrafía que nace en la antigua Grecia y que, a partir de Apollinaire y sus caligramas, adquiere importancia abriéndose a las corrientes creativas de la época, como el surrealismo y el dadaísmo, hasta introducir la imagen. Es definitiva, una mezcla de literatura y belleza gráfica. El poema visual tiene que entrar en ti como representación, no hay que buscarle un significado.
⇒ ¿Qué es la poesía?
Investigación del ser, del propio y de la naturaleza.
⇒ ¿De qué salva la poesía a Ángel Sánchez?
De todo lo malo del mundo, de la ruindad, de la injusticia, del maltrato,…También me salva de la soledad. La poesía me alimenta. Es mi rutina, mi modo de vivir.
⇒ ¿Un verso para repetirse?
Todo ángel es terrible, de Rilke.
⇒ ¿Un libro que tiene que estar en todas las bibliotecas?
Uf, ¡hay tantos! Pero por citar algunos, Don Quijote de la Mancha, de Miguel de Cervantes; Cántico espiritual, de San Juan de la Cruz; Pedro Páramo, de Rulfo; Emilio, de Rousseau, pero insisto, hay muchos…
⇒ Antes de finalizar, tengo una curiosidad. Si tuvieras la posibilidad de charlar sobre literatura con un escritor, ¿con quién charlarías?
Sin duda con Georg Trakl, es el poeta que más he estudiado; de hecho, he traducido casi toda su obra. También con Walt Whitman y con Lezama Lima, entre otros.
Damos por finalizada la entrevista. Me despido de Ángel Sánchez teniendo la sensación de haber charlado no sólo con un gran escritor y un hombre especial, sino con la convicción personal de haber ganado un maestro. Al cerrar la puerta, estoy casi segura de que el resto del día lo dedicará a avanzar en su nuevo proyecto, Crónicas de Artemi. La novela, concebida como la continuación de La mar se mueve, será editada por Ediciones La Palma y versa, según adelanta, sobre la Gáldar que conoció «de los años cincuenta hasta casi la actualidad». «Se trata de un texto en el que recojo más de sesenta años de historia real, historia fugada hacia el imaginario; en las que escribo sobre determinados acontecimientos, como los relativos al rodaje de la película Tirma, y, por supuesto, diversas referencias al pintor Antonio Padrón». Esperaremos por la presentación de esta nueva apuesta literaria, así como por otras muchas que, seguro, rondan la cabeza y la pluma de este infatigable contador de historias.
Ángel Sánchez Rivero (Gáldar, Gran Canaria, 1943) es poeta, narrador, ensayista y antropólogo. Estudió en las iniversidades de La Laguna, Salamanca, Grenoble, París y Göttingen. Es doctor en Letras y Ciencias del Hombre por la Universidad de París-Sorbonne y fue docente en la Universidad Laboral de Las Palmas de Gran Canaria. Es autor, entre otros, de los libros Ensayos sobre cultura canaria, Unos cuantos cuentos, Lanzarote: rituales de fuego y agua, Dichos canarios comentados, La mar se mueve, Cuchillo criollo, La casa vestida (Programa iconográfico de las viviendas de Gran Canaria), Gadifer, Un beso en la nuca, Calibán, Poesía reunida, Cuaderno de campo, Mayéutica del verso libre y Remanente al alza. Cuenta con un extenso y reconocido trabajo en el campo de la poesía visual. Su extensa labor intelectual ha sido galardonada este año con el Premio Canarias de Literatura.