«¿Es o no es
el sueño que olvidé
antes del alba?»
—JL Borges
La literatura siempre ha sido un recurso de evasión psicológica, tanto para autores y autoras, como para el amplio abanico de lectores. Actualmente son muchas las personas que buscan en la literatura una salida rápida y una distracción cotidiana, sobre todo a través de las redes sociales. En ese tótum revolútum que nos encontramos a veces, el haiku, jaiku o haikú, llamado también haikai, viene a ser un poema breve que satisface a ambas partes. Sin embargo, el haiku es mucho más que enfocar cosas simples, es mucho más complicado de lo que parece, es casi un ejercicio matemático a uno y otro lado, aportando en sus textos una perspectiva interesante o inesperada. Por tanto, aunque breve, un haiku puede transmitir grandes mensajes en pocos versos. Quizás se deba a la estructura del idioma japonés, que consta de palabras cortas, pero también, según aportan algunos estudiosos, se guía por una filosofía de estética japonesa, expresada en diez principios, que aprecia lo simple y lo minimalista.
La simpleza o eliminación de excedentes no está reñida pues con la astucia, con la yuxtaposición de palabras e imágenes. Matsuo Bashō, uno de los poetas japoneses más famosos del período Edo (siglos XVII-XIX), es el máximo exponente del uso del haiku. Su poesía consiguió renombre internacional, y en Japón muchos de sus poemas se reproducen en monumentos y lugares tradicionales. Junto a Bashō, destacan también dentro de los considerados los cuatro maestros, Yosa Buson, Kobayashi Issa y Masaoka Shiki, a quien se reconoce como el gran renovador de la poesía haiku. Léase por ejemplo:
«Sopla el viento del otoño.
Estamos vivos y podemos mirarnos
Tú y yo».
Sin entrar a analizar cuáles son las características de este tipo de poemas, su estructura de palabras o la posible métrica o no métrica, como algunos autores destacan, lo que sí es cierto es que en cuanto a la temática, la mayoría de los clásicos tienen en común hablar de los fenómenos naturales, el cambio de las estaciones y la vida cotidiana de la gente. Uno de estos poemas puede leerse también al revés y cambia por completo el sentido. Véase el ejemplo citado de Masaoka:
«Tú y yo
estamos vivos y podemos mirarnos.
Sopla el viento del otoño».
Pero hoy día, se hacen hasta de un partido de fútbol. Ya nada está reñido con los inicios u orígenes del género literario. Se trata de reflejar a través de las letras una percepción directa de las cosas, apegada a lo sensible y libre de conceptos abstractos.
Poesía cotidiana
Muchos puristas reivindican el uso clásico relacionado con la filosofía zen, ya que esta se sirvió de su forma métrica sencilla para transmitirla, y dicen que su popularidad se debe pues a la aparición de esta nueva cultura, sin embargo hay quienes dicen que desde el siglo VIII ya se usaba este tipo de literatura tan arraigada en la cultura japonesa. En Japón la mayoría de las personas utilizan el haiku como ejercicio habitual, como forma cotidiana de ejercitar la sensibilidad.
Estos versos del alma del Japón, como lo denominan algunos autores, tienen sus ascendientes más lejanos en las canciones compuestas por mujeres. Discusiones aparte, existen muchas páginas en Internet y redes sociales dedicadas a este formato literario y no cabe duda que su origen está ligado a la literatura más antigua del Japón y a su filosofía, que nada tienen que ver con los conceptos acuñados por Zygmunt Bauman, de modernidad líquida, sociedad líquida o amor líquido para definir el actual momento de la historia. Aunque muchos autores y autoras se empeñen en ver en este tipo de literatura una expresión de esta sociedad rápida que prefiere leer y escribir textos breves, la brevedad de estos versos no está exenta de complejidad y de significado profundo y reflexivo.
El haiku en la literatura hispana
Son varios los autores de habla hispana que han abordado este formato poético, pero para la divulgación del género fue esencial la labor de Octavio Paz, que en 1956 —en colaboración con el hispanista japonés Eikichi Hayashiya— publicó una traducción de uno de los clásicos del género, Oku no Hosomichi, de Bashō.
Entre los escritores hispanos cautivados por el haiku se encuentran Jorge Luis Borges y Mario Benedetti, quien publicó en 1999 una obra dedicada al género, Rincón de haikus. También se dice que Julio Cortázar y Frida Khalo usaron estos poemas en sus escritos y, de hecho, incluso hoy muchas de sus frases desfilan por las redes sociales y no se alejan del estilo sencillo y desprovisto de florituras literarias.
En España, entre otros, cultivan el haiku los poetas Llorenç Vidal y Eulogio Díaz del Corral, tanto en castellano como en catalán y mallorquín. De entre las publicaciones recientes, la crítica ha destacado los poemarios dedicados de Juan Antonio González Fuente, José María Prieto Zamora y Susana Benet.