Isabel Expósito Morales nació en la isla de El Hierro, emigró a Venezuela y regresó a Canarias para instalarse en Tenerife en 1992. Desde entonces ha cosechado algunos premios con sus poemas y participado en varias antologías. Recientemente ha presentado su poemario Cuaderno de viaje (Beginbook, 2018) y además dirige un taller de creación literaria.
Tres claves de tu último trabajo
No soy capaz de acotarlas y entonces concluyo que, tal vez, las claves de Cuaderno de viaje sean la ausencia de ellas. En este último poemario la única pretensión fue la desnudez. Contar la vida desde adentro, desde las emociones, sin cortapisas, a través de un lenguaje que apele siempre al misterio de la belleza, eso sí, entendiendo que aunque haya mucha ficción en la poética de tu propia vida, todos los versos que la cuentan nacen de la verdad.
¿Qué autor o autora te inspira?
Al final, lo que escribes es la suma de lo que has vivido, leído, encontrado o perdido en el camino. Esta pregunta me lleva al principio, a qué hechos me acercaron a la poesía. Tal vez allí, en esa inspiración primera, esté el secreto que me llevó luego a amar la literatura. Debía de tener unos nueve años. Me recuerdo escribiendo en pequeños cuadernos llenos de cuadrículas, intentando emular la belleza de algún poema de Machado o de Juan Ramón Jiménez (¡casi nada!). Tal vez ese amor por las palabras me venga de mi abuela materna, analfabeta y poeta. Ella pensaba en versos y los almacenaba en su memoria hasta que algún familiar se los pasaba al papel. Era también una gran contadora de historias, una exquisita narradora de voces múltiples. De allí vengo… de su encantamiento. Luego llegaron mis lecturas, mis variados poetas de cabecera que han ido cambiando con el tiempo: desde Miguel Hernández, pasando por Walt Whitman, Alfonsina Storni, Alejandra Pizarnik… hasta Rafael Cadenas y un suma y sigue interminable… Todo eso, mientras vives y sobrevives; en ella, en la propia vida está la poesía como asidero, creo yo.
Un poema, una novela, un cuento
— Un poema: cualquiera de En torno a Basho y otros asuntos, del maestro Rafael Cadenas, porque me interesa el «desaprendizaje y el despojamiento» del que se nutre. Muchísimos de Withman, pero Una hoja de hierba, por haber sido fuente de inspiración para algunos versos de mi juventud.
— Una novela: que sean dos, aunque la lista sea enorme: El túnel, de Ernesto Sábato, por ese inicio lleno de interrogantes que atrapa al lector desde las primeras líneas para no abandonarlo hasta el punto final; y El extranjero, de Camus, tal vez por ese trasfondo de negación a lo establecido, ese existencialismo que hace que nos cuestionemos la propia existencia.
— Un cuento: Continuidad de los parques, por el juego de la metaficción al que nos invita; aunque todo Cortázar, en realidad. Muchos de Juan Arreola o de Ednodio Quintero también.
Una obra de teatro, un guion cinematográfico
— Una obra de teatro: confieso haber disfrutado del teatro en mi juventud a través de RTVE. Recuerdo por ejemplo Un enemigo del pueblo, de Henrik Ibsen.
— Un guion: muchos porque me encanta el cine, pero me viene ahora a la mente Las horas, de David Hare, dirigida por Stephen Daldry. El guion es una adaptación de una novela escrita por Michael Cunningham. Me gusta porque los lenguajes y las técnicas narrativas y cinematográficas se dan la mano de una manera que a mí me resulta fascinante.
Proyectos
Me dejo llevar, escribo sin más, sin plantearme metas más allá de mis propios retos personales. Es verdad que, luego, no me resigno a ver poemarios o libros de relatos escondidos en gavetas. Mentiría si no afirmara que la idea de verlos publicados me seduce, no como un fin sino como modo de decirles adiós para empezar de nuevo. Pero, publique o no, el disfrute ya estuvo presente mientras escribía. Publicar podría ser, ahora que me detengo a reflexionar sobre el tema, no morir del todo, dejar algún legado a los míos, permanecer de algún modo. No lo sé. Mientras dudo, yo siempre estoy trabajando en algo, tal vez en busca de certezas: un nuevo poemario, una nueva colección de relatos (y hasta un prospecto de novela ronda mi cabeza). Ya veremos cuál de ellos se materializa primero.
¿Qué personaje de DRAGARIA serías?
Una amapola: un poco en la tierra, un poco en el aire, siempre mirando al mar de DRAGARIA, eso sí.
Isabel Expósito Morales (El Hierro 1959) tiene inconclusa una carrera de Letras (Universidad Central de Venezuela, Caracas). Ha asistido a talleres de creación literaria y, en la Universidad de Mayores de La Laguna, de escritura creativa, además de otras asignaturas relacionadas con la literatura. En Venezuela obtuvo el Tercer Premio de Poesía José Ramón del Valle Laveaux (1981). En Canarias, recibió un accésit del Premio Poesía Emeterio Gutiérrez Albelo (1994) y ganó el Premio de Poesía Puerto de la Cruz (1995) con La Labor de no estar, publicado por el Patronato de la Juventud. Ha colaborado en las antologías Cuentos de estas y otras orillas (Domicran, 1994) y Palabras al atardecer (Beginbook, 2018. Ha publicado los poemarios Isla Absoluta (Irexco, 2005) Poemarium (Irexco, 2011) y Cuaderno de viaje (Beginbook, 2018) y el libro de relatos Huéspedes de la lluvia, (autoedición 2011). Participa en la Asociación Tinerfeña de Escritores (ACTE) y dirige el taller de creación literaria El Tranvía–Herte en el centro ciudadano de mismo nombre. (Blog 1 – Blog 2).