«Si el libro no tiene pies, no camina», recordaba el escritor y filósofo Juan Carlos de Sancho este pasado miércoles, 26 de septiembre, en el Palacete Rodríguez Quegles de la capital grancanaria al inicio de la presentación del nuevo poemario de Noel Olivares, Trance (Mercurio, 2018), fruto de la colección Faro de la Puntilla que coordina Eugenio Padorno. De Sancho que comparecía ante una audiencia plagada de escritores y artistas junto a Macarena Nieves Cáceres y el autor, apuntó que la poesía de Olivares «habla de los entresijos de la literatura… sinónimo, dilema y lo incluye no solo en lo que escribe sino en cómo lo escribe». «Noel no es un poeta al que le guste hacer una poesía sermoneadora. Este poemario está escrito en trance, de un tirón, de golpe como decimos los canarios, una eclosión, es ruptura, magma que explota», añadió.
Cáceres, por su parte, señaló que definiría Trance como «un librito, en tono cariñoso, porque su formato lo hace cercano, ligero, te lo puedes llevar a cualquier parte». La escritora advirtió que el poemario no solo habla de amor, sino de «amor y muerte», para luego centrarse en el peso del tiempo en la creatividad, tanto en cuanto el autor o la autora refleja lo que le ha tocado vivir: «Formamos parte de una generación y para mí la poesía es algo ageneracional», resaltó.
Tanto De Sancho, como Cáceres, hablaron de la estructura del poemario, del caos aparente, del hecho de dejar abierta al lector la interpretación final y no darlo todo hecho, de una poesía convertida en desafío para los lectores.
Tras los pertinentes agradecimientos, entre ellos a la fotógrafa Jurema Mosquera, autora de la portada, y a Teresa Brehcist, responsable del palacete, Olivares confesó que para él la velada era «mágica». Explicó que su poemario, formado por 13 piezas, fue escrito «en una sola sesión una noche de diciembre de 2013, y aunque en principio eran 19 poemas, alguno estaba inacabado y otros fueron desechados». El autor confesó que era una especie de homenaje a George Santayana y su obra Interpretaciones de poesía y religión (1990). Olivares afirmó que es muy difícil escribir de amor sin caer en la cursilería y que para él escribir Trance, que en un principio tuvo como título Poemas del amor transfigurado, fue como «un rapto que uno no se explica, un salirse del cuerpo… ». El poeta aseguró que que siempre está buscando el porqué de las cosas y de repente se le vienen los poemas de golpe, como ese magma que De Sancho nombrara al principio. «Lo importante para mí, más que el libro, es el hecho poético en sí, la génesis en este caso mágico-inductora, pues no hay intervención del intelecto ni de la voluntad. Luego sí, correcciones mínimas y sobre todo inconsciencia de lo escrito», señaló.
Durante el debate posterior entre público y ponentes se habló de las influencias y de la mochila que todos los escritores cargan en sus espaldas reflejo de las diferentes lecturas. Cáceres incidió en la orfandad de referentes femeninos en nuestra literatura y también hubo ocasión para hablar de estilo, de lo sublime de la poesía: «El poeta siempre vive en las nubes, al menos yo siempre quiero estar en las nubes», expresó Olivares.
Con la lectura de algunos de los poemas incluidos en el libro, se dio por finalizado un acto en el que el autor estuvo acompañado por Teca Barreiro, Antolín Dávila, Antonio Arroyo Silva, Aquiles García Brito, Juan Ramón Tramunt, Susi Alvarado, Teresa Iturriaga, la editora Guadalupe Martín, Lucía Martín, Rosy Robayna, Rosario Valcárcel, Luis León Barreto, José Miguel Junco, Helio Ayala o Manuel M. Almeida, entre otros.
Reportaje fotográfico: DRAGARIA