Libros de la colección Faro de La Puntilla

Serán tres, pero son también otros. Serán Iván Cabrera Cartaya, Antonio Arroyo Silva y Aquiles García Brito, pero también son Ángel Sánchez, Elvireta Escobio y Manuel Díaz Martínez. Serán Eugenio Padorno e incluso Jorge Liria. La sede de la Mutua Canaria de Accidentes (MAC) en Santa Cruz de Tenerife acoge este viernes la presentación de los poemarios Alétheia del sur, Ardentía y Puerta de embarque, tres de los últimos seis volúmenes de la colección Faro de la Puntilla, de Mercurio Editorial.

Serán tres por esas razones de agenda y de realidad fragmentada, pero en el acto estarán presentes, de algún modo, los seis autores y los seis últimos poemarios de esta valiente y necesaria apuesta editorial. Tres autores, pues, que hablarán en su propio nombre pero, en cierto modo, hablarán en nombre de todos. Pues esta colección tiene tanto de individual como de colectiva, gracias al mimo y la coherencia que ha puesto en ella su curador.

Cabrera Cartaya, Arroyo Silva y García Brito hablarán de sus libros y de poesía, leerán versos propios y ajenos y conversarán. «Un encuentro de tres almas cuyas voces se
manifiestan, propias y distintas en este arte, en el anhelo que, de esa reunión, de entre las limpias consecuencias producidas en nosotros, los espectadores interesados reciban el rocío de la poesía y así, casualmente, como aparece toda la belleza, se sientan inclinados a buscarla en nuestros textos». Así se expresa García Brito, como antesala de ese diálogo entre poetas que aquí vamos a emular.

Pongamos, por tanto, que hablan como tres

«cada isla encierra muchas otras islas»

Cabrera Cartaya: «Aletheia del sur es una breve selección de un conjunto de poemas mayor escrito entre 2013 y 2015 en Costa del Silencio, donde viví en esos años dándome cuenta in situ y no de forma ocasional o fugaz de qué era el Sur, el extremo más al sur de la isla de Tenerife, y de cómo cada isla encierra muchas otras islas, porque eso es hoy Costa del Silencio en Tenerife: una isla aparte, un silencio que vive entre dos gritos turísticos, el Médano y Los Cristianos, un lugar donde sobre todo tenía que relacionarme con extranjeros y vivir de otro modo a como lo hacía en el Norte, a 70 kilómetros de ese sur que a mí se me reveló de verdad, sobre todo, en esos años pasados allí, entre polacos, belgas, ingleses, italianos, uruguayos, marroquíes, y casi nadie de la isla. Viviendo a pie de orilla, con los pies metidos en el agua antes y después de cruzar los malpaíses y hablar sordamente con los invernaderos abandonados y con extranjeros. Un microcosmos distinto, un tempo distinto, unas costumbres distintas a sólo eso, 70 kilómetros de Santa Cruz, sin atención de casi nadie, en una burbuja rodeada por un desierto protegido y la nostalgia de un pasado irrecuperable».

«La vida y la poesía han de estar en constante movimiento»

Arroyo Silva: «Ardentía está constituido formalmente por once fragmentos de mayor o menor extensión y un epílogo titulado Las luciérnagas. A lo largo del poema no existen signos de puntuación (solo los dos puntos y la raya) ni mayúsculas. Ello es debido a que todo en Ardentía está sustentado en el ritmo métrico y la progresión de las imágenes; es decir, nada está ahí por azar. Es un intento de reproducir esa expresión que tiene el pensamiento que no tiene límites, sino música. La palabra ardentía tiene dos acepciones: por un lado, viene a ser el efecto que produce el sol sobre las olas, en verano sobre todo (ese deslumbramiento); por otro, es ese ardor de estómago que sentimos de noche tras una ingesta desproporcionada. En el libro, pues, se entrecruzan las dos acepciones que al principio parecen opuestas. No obstante, el deslumbramiento puede producir una especie de ebriedad y ese ardor puede desencadenar ciertas cosas que no tragamos de la sociedad, incluso de la misma poesía. La vida y la poesía han de estar en constante movimiento y renovación (hay mucho que arrasar pero hay mucho que hacer): de ahí mi insistencia en el uso de los opuestos que se riegan estratégicamente —creo— a lo largo del poema. Ese movimiento y esa transformación o metamorfosis continua también justifican la falta de puntuación. Yo no entiendo un poema que quede con cabos sueltos. Aquí se conjugan el ritmo, la imagen, el tono…Todo va dirigido hacia ese final de deslumbramiento que, realmente es un principio, otro».

«informo, a modo de crónica, de tal aventura»

García Brito: «Puerta de embarque es un desembarco o al revés, en el territorio nada firme de La Palabra. Sobre su asiento de vaivenes, girado hacia la isla o hacia la vuelta —da igual— a las que aludía mi anterior poemario, informo, a modo de crónica, de tal aventura. No sé, ahora que me preguntan, si feliz o infortunada como para, en cualquiera de ambas circunstancias, verme empujado a emprenderla de nuevo, algo sin importancia, por otro lado, porque lo volveré a hacer. En definitiva, Puerta de embarque es una que atravieso para dar contigo, afectuosamente, afable observador, tal y como plasmo en mis dedicatorias».

Pero que, en realidad, hablan por todos

«una insospechada compañía en la travesía»

García Brito: «Esta colección es la bulla de quien ha encontrado una insospechada compañía en la travesía, para el abordaje, alegre por tratarse de iguales en la vacilación, y confiada en la guía ansiada que da El Faro de la Puntilla, donde ya descansan aves expertas en el balanceo, signo de una próspera llegada a destino para esta bandada, tropel de envergaduras distintas. Muchísimas gracias, farero y lámpara, Eugenio Padorno».

«es lo que realmente pone la poesía en acción»

Arroyo Silva: «Cuando el poeta Eugenio Padorno me propuso formar parte de la colección casi no me lo creía. Para mí, Padorno es de los mejores poetas vivos de España y, por supuesto, supone un gran honor para mí. Me explico: no un honor de esos que se utilizan para los currículos, sino algo que tiene importancia para mi poesía, para el trabajo que llevo realizando desde hace muchísimos años. Creo que el mismo Eugenio entiende a qué me refiero y ustedes también. Esa humildad bien entendida que he aprendido de mis mayores, padres y maestros poetas, es lo que realmente pone la poesía en acción».

«Difícil encontrar mejor compañía en una salida editorial»

Cabrera Cartaya: «Es un lujo, un privilegio participar en una colección dirigida por Padorno, a quien admiro y leo desde hace muchos años y quien siempre me ha parecido no sólo uno de nuestros grandes poetas, sino, para mi gusto, uno de los mayores poetas vivos de la lengua española; lo he hablado muchas veces con Arroyo Silva. Por lo demás, qué puedo decir, ahí han editado sus libros Antonio Puente, Lázaro Santana, el propio Eugenio, y ahora Elvireta Escobio, Aquiles García Brito, Antonio Arroyo, Manuel Díaz Martínez y Ángel Sánchez. Difícil encontrar mejor compañía en una salida editorial. Es emocionante y me siento muy agradecido a Eugenio, quien además siempre habla con uno con esa humildad, con esa sencillez, esa elegancia, ese tono bajo tan inencontrable en un espacio literario donde no suele haber más que cacareos y golpes de pecho, suspicacias, egomanías, autohomenajes constantes de tanto letraherido mediocre».

La cita es a las 19.00 horas. Diálogo de poetas bajo el Faro de La Puntilla.

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