Antonio Daniel García Orellana

Concebida en primera instancia como texto dramático, Pestañas Fucsias experimentó una mutación hacia el género narrativo para convertirse en la ganadora de la XXXIV edición del Premio Benito Pérez Armas. Su autor, Antonio Daniel García Orellana (Sevilla, 1973), cuenta con una sólida y laureada carrera como escritor, faceta que combina con sus estudios de Filología en tierras de Lanzarote. De Pestañas Fucsias, una crítica al sensacionalismo de los medios de comunicación, el Jurado destaca «su gran originalidad de la fábula, presentando fielmente el espíritu de la época en que se desarrolla con las palabras justas y a través de una crítica esencial a la sociedad de consumo sin tener que adentrarse en lugares comunes». Con García Orellana hablamos de teatro, de novela y de la condición de creador en una era de cambios y consumo frenética y convulsa.

⇒ Acumulas varios premios en tu trayectoria, ¿qué supone para ti ser reconocido también en el ámbito de la narrativa con un premio tan relevante como el Benito Pérez Armas?

«Ser reconocido con un premio reconocido, valga la redundancia, y en la tierra en la que vives, supone una colleja para los que meten en un mismo saco a todo mortal que escribe lo que sea»

Este premio significa una ampliación más o menos oficial de tu competitividad como autor en el género narrativo. A la vez, representa una reconciliación y una venganza. Esto te renueva, te reconcilia con algo tuyo. Un acontecimiento así te reúne con tu escritor y te armonizas con alguien que eres. Es una especie de prodigio donde te reanimas, te estimas y te fortaleces. Entonces enderezas proyectos y capitaneas hacia nuevo rumbo un talento que, por poder o por deber, por obligación o por necesidad, por agotamiento o por desgana, sueles dejar a la improvisación o sencillamente a la deriva. Que te reconozcan en tu arte es, además, una venganza contra el mundo, un revés sin manos muy oportuno. Aunque ya gozaras de renombre y resonancia discretos, aunque ya publicaste más de una veintena de textos, aunque ya ganaste otro tanto de premios literarios —de poesía, de teatro y de relato—, no es hasta que sales en los medios de comunicación que hay un cambio. Si hace semanas mucha gente te compadecía porque escribes, con suspiro lastimoso incorporado, ahora te apelan en las redes sociales con gran estima. Todos te felicitan. Unos brindan con fervientes comentarios y emoticonos alegres, mientras que otros, desde un sentimiento de respetuosa distancia, comienzan a hablar mal de los premios y practican el silencio del like virtual. Este punto merece un zoom. Ser reconocido con un premio reconocido, valga la redundancia, y en la tierra en la que vives, supone una colleja para los que meten en un mismo saco, consagran indistintamente, a todo mortal que escribe lo que sea, como si todo poseyera identidad literaria, y valoran igual al bobo o al aspirante a divo del pueblo, al amateur o al amigo, que a los profesionales, sometiendo al pueblo a una indiferencia de valores. Condeno ese irrespetuoso afán de uniformidad que hasta altos cargos consienten, por obligación o por estulticia, en el oficio. Que ocurre en toda España, lo sabes. Que en las Islas existe con el mismo descaro, también, y es más evidente.

⇒ ¿Qué papel estimas que juegan los premios literarios en la trayectoria de un autor?

De adolescente coleccionaba, por friqui que suene, bases de concursos literarios. Por ahí acumulo algunas carpetas; una hipertrofia de todo tipo de certámenes literarios concedidos por toda suerte de instituciones: ayuntamientos, diputaciones, consejerías, universidades, fundaciones, cadenas hoteleras, asociaciones, compañías ferroviarias, entidades bancarias… Los premios literarios suponen una ayuda para ser mediana y culturalmente relevante. Sin duda, no son metas que culminan el trabajo de un autor, son solo plataformas de promoción. Puedes escribir incluso a la carta como estrategia a las bases de dichos concursos. Existen los que buscan rentabilidad comercial lanzando trabajos comerciales más que literarios, sin contar con la decepción de los futuros lectores o el rechazo de la crítica. Por supuesto que siempre dejan un margen, cada vez más estrecho, a la revelación y a la sorpresa. Los premios, unos seis mil en España, parecen avales de un éxito, son algo inevitable: contemplas en tu trayectoria pasar por los premios porque si no poco creces, te anquilosas, hasta dejar incluso de sentirte escritor.

«La dramaturgia actual necesita reaccionar con vital necesidad a los fenómenos de la actualidad tecnológica»

⇒ Háblanos de Pestañas Fucsias, ¿de qué trata?, ¿qué has querido plasmar en ella?, ¿cómo fue el proceso de creación?

A través de una web clandestina, Dómine, usuarios anónimos pujan para asistir a una niña a través de las manos de su secuestrador. Este se enfrenta online a una masa de participantes que no buscan más que el lucro personal, como el de Benito Bombardino, un magnate de la televisión, con intereses deshonestos e inhumanos. Pestañas Fucsias trata en torno a la infracción contra las personas a través de la Red, un secuestro online, un conflicto moral frente a la voracidad del sensacionalismo protagonizada por la cultura de la cooperación. La dramaturgia actual necesita reaccionar con vital necesidad a los fenómenos de la actualidad tecnológica, Internet, y adaptar las historias que vivimos al cotidiano virtual de la Red. El conocimiento, el comportamiento y las actitudes que se establecen a través de la Red pueden legitimar pautas de comportamiento con intereses delictivos y fraudulentos que atañen a la educación y configuración del ciudadano. Pestañas Fucsias traslada toda una cotidianidad virtual a partir de una historia plena de tensión, actualidad e intriga. El proceso de creación, un juego consciente y maduro, lo he disfrutado mucho, han sido siete años de gestación.

⇒ ¿Crees que la prensa ha perdido sus valores básicos, aquellos que la convirtieron en piedra angular de la libertad y la democracia?

La prensa no ha sido nunca piedra angular de eso, ha sido siempre un instrumento del poder para subrayar la perspectiva de este. El origen de la prensa está en la Revolución Francesa por parte de los ilustrados para hacer llegar a los demás las visiones de sus distintas reuniones clandestinas. El otro ramal de la prensa, la mayoría de revistas y rotativos decimonónicos, noticieros, boletines, gacetillas… siempre fue un medio para orientar la opinión de los lectores hacia el lado imperante. Creo que la prensa actual se agarra a esos principios de libertad y de democracia como puros señuelos para seguir dirigiendo las opiniones del pueblo hacia el partido político que pervive amparado por el error del voto utópico en las urnas. Invito a ahondar en la interesante historia de los amos, sirvientes y herederos de los medios de comunicación en España, puede estudiarse en la carrera de periodismo, ese tema arrastra tantas microhistorias que dan para otra novela.

⇒ ¿Qué diferencias has encontrado en tu experiencia personal entre la creación teatral y la novelística?

«en ‘Pestañas Fucsias’ he querido mantener una mixtura literaria, una apuesta narrativa con presencia teatral»

La principal diferencia reside en el rol que adoptas como receptor de la escritura, si el de un espectador o el de un lector. Escribes para uno o escribes para otro. Son distintas las herramientas que utilizas cuando atiendes a las matrices textuales que encarnará en un escenario todo un equipo artístico para que las vea un público en un espectáculo vivo, que cuando tratas un texto para el disfrute de un lector con las técnicas narrativas, estilo y decoro apropiados para esa historia en particular. La diferencia, por tanto, radica en ser un espectador mientras escribo o ser un lector mientras escribo. Sin embargo, en Pestañas Fucsias he querido mantener una mixtura literaria, una apuesta narrativa con presencia teatral. No es nueva esta revolución de géneros, y aunque es más frecuente el traspaso de la novela al teatro existen casos en la dirección opuesta, como el exquisito trabajo Las crónicas del sochantre del gallego Álvaro Cunqueiro.

⇒ ¿Cómo se transforma una pieza teatral en un relato?

Con mucho mimo, trasladando la acción viva a literaria. Aplicando las técnicas que la filología académica, y la experiencia como actor me han aportado. Imagina a Desdémona en el lecho antes de ser asesinada por Otelo. Decora de forma distinta el lugar en el que se encuentra hasta que des con el que más ayuda a la acción, viste al personaje detalladamente o desnúdalo, hablar de los sonidos o de las voces que rondan su mente preocupada, haz que transcurra un tiempo determinado, inventa un olor, un calor, una gestualidad, una proximidad a otros objetos… acelera o ralentiza la acción, suma digresiones de la realidad que vive, trata el tiempo y el espacio en ese instante y en el conjunto, describe al personaje en la línea de acción que transita, pregúntate el por qué de todo lo que escribas; todas las desdémonas serán únicas para cada mano que la escriba. Como decía, es más habitual es el proceso inverso: del relato al teatro. Algunas de Las novelas ejemplares de Cervantes originaron obras teatrales; los comediógrafos eligieron aquellos textos que poseían estructura, trama, personajes y ambientación similares a los de la comedia de enredo, como La ilustre fregona o La gitanilla. En los escenarios españoles, de Pérez Galdós se ha visto Misericordia; de Valle-Inclán, Tirano Banderas; o incluso de Quevedo se ha visto El buscón en una bellísima adaptación de Alfonso Zurro para la Compañía de Teatro Clásico de Sevilla.

«En mi literatura hay de canario lo mismo que lo canario tiene del resto del mundo: nada, y por paradoja de nómada, todo»

⇒ ¿Crees que tu estancia en Canarias te ha aportado algo desde el punto de vista literario?, ¿cuánto hay de canario en tu literatura?

Me gusta mucho esta última pregunta. En mi literatura hay de canario lo mismo que lo canario tiene del resto del mundo: nada, y por paradoja de nómada, todo. Prefiero no ponerle puertas a la literatura como no le pongo barreras a la tierra, de nada sirve encerrar a la literatura en un territorio, no es posesión de nadie, no es jurisdicción de nadie. Ahora, toparme en una biblioteca de teleclub conejero al dramaturgo y padre de las letras canarias, Fray Cairasco de Figueroa, fue todo un hallazgo. Me especialicé en teatro barroco español y nada supe ni había leído sobre las comedias tan interesantes de este fraile canarión; en su Comedia del reçivimiento combina lúdicamente las lenguas guanche y castellana, y el mismo Doramas representa un tipo de carácter canario que he visto después legitimado en otros autores canarios y hasta en nuestros políticos si me apuras. Sí investigo una nueva dramaturgia basada en la naturaleza de las islas bajo los parámetros planteados por César Manrique en su combinación con el arte. Algo fuerte, atípico, bello, late en esta teatrosfera pétrea al abrirse el telón de cada día.

⇒ ¿Cómo ves el panorama actual del teatro en España y, de forma específica, en Canarias?

«el respetable se contenta con espectáculos muy malos, desfasados, y reproduciendo estereotipos muy peligrosos para estos tiempos»

Prácticamente, la compañía 2RC Teatro en Las Palmas de Gran Canaria, y Clapso, Abubukaka, Morfema teatro, Helena Turbo, en Santa Cruz de Tenerife, lideran la infeliz nómina de compañías canarias profesionales, que se las ven a las duras y maduras para insertar sus producciones en los contados circuitos de que dispone el Archipiélago. Si medimos el trabajo que se realiza en las islas capitalinas con el resto de las Islas, hay un salto abismal. Estimo, y atestiguo, en el caso concreto de Lanzarote, que la cultura y la creación teatrales, no alcanza resultados profesionales; suelen ponerse en manos de agrupaciones no cualificadas, sin explicitar si quiera su condición amateur, y sin seguimiento. Importa el público que mueven, la recaudación, y el respetable se contenta con espectáculos muy malos, desfasados, y reproduciendo estereotipos muy peligrosos para estos tiempos, tanto para la infancia y la juventud, como para adultos. La usurpación del oficio harta, y carga. Hay toda una generación gravemente sacudida por la crisis económica que pervive desde hace una década y por una actualidad que parece quererla dejar en la cuneta, como para que el amiguismo castigue tanto como lo hace. Los buenos buscarán su trabajo fuera de España engordando la larga fuga de cerebros que existe, seguirán por ejemplo a nuestra mejor dramaturga Angélica Liddell, que hace cuatro años se tomó un exilio voluntario y se hizo francesa. Distinta es la programación de artistas que vienen de afuera.

⇒ ¿Y el de la literatura, en general?

El paradigma cambia, varias veces cada lustro. Esto es bueno. La literatura está viva. La descomunal lluvia de autores que brotan de Internet, con lectores que carecen de medidores de calidad, donde cualquier bloguero con afán de influencer se compara con voces intelectuales, donde el arte, también el de la escritura, está absolutamente desacralizado y todo parece valer, todo es consentido, todo es digno de estar en el mismo montón artístico como en un mercadillo de segunda mano. Una tormenta de libros, este es el panorama que veo de la literatura, un caos donde autores, editores, alardean de nuevos lanzamientos pero encanecen con celeridad lunar tratando de encontrar los nuevos perfiles que auguren éxito. No dejan de llover apuestas de la más desequilibrada variedad. De momento, eso hay, y muy digno de análisis. Habrá que esperar un poco para ver qué escrituras reinventarán a los lectores de hoy, aunque dicen las abuelas que siempre escampa.

«Una tormenta de libros, este es el panorama que veo de la literatura, un caos donde autores, editores, alardean»

⇒ Tras este premio, ¿qué peso tendrá la narrativa dentro de tu producción? ¿Seguirás combinándola con la producción teatral? ¿Tienes proyectos confesables?

En teatro, de inmediato, la editorial Renacimiento publicará un western teatral para clowns y marionetas que titulé Morton Clay, 1880 con motivo de que gané el XXII Certamen de Literatura Rafael de Cózar organizado por la Universidad de Sevilla. Y para la compañía de teatro 2RC de Gran Canaria escribo un nuevo texto dramático que posee especial relevancia para toda Canarias y especialmente para Lanzarote, y cuya puesta en escena está prevista para el próximo año. En el primer trimestre de 2019 impartiré dos cursos de escritura en Tenerife y en Gran Canaria, organizados por la Fundación CajaCanarias, que son otra parte importante del premio Benito Pérez Armas. Y otros dos cursos sobre técnica actoral y creación de personaje en Lanzarote para alumnos de la Escuela de Artes Pancho Lasso. Entre estos proyectos sobrevive una tesis de doctorado en torno a la recepción del teatro de Don Ramón María del Valle-Inclán en Italia, que espero finalizar con éxito este curso para la Universidad de Sevilla. La producción del género narrativo seguirá activa, evidentemente. En el cajón más atascado de mi escritorio coletean una novela histórica y otra muy actual que podría ser una segunda parte de Pestañas Fucsias. A ver si los trabajos que me sustentan me permiten, para seguir desempolvando, acercarme a la gaveta y desatascarla.


Antonio Daniel García Orellana (Sevilla, 1973) reside desde hace años en la localidad lanzaroteña de Tinajo y es filólogo, actor y dramaturgo. Formado en el Instituto del Teatro de Sevilla, actualmente se encuentra finalizando el doctorado en Estudios Filológicos y, en su faceta literaria, ha recibido diversos galardones, entre los que destacan, en fechas recientes, el primer premio del IX Certamen de Teatro Mínimo Rafael Guerrero (Chiclana de la Frontera, Cádiz), por la obra La voz del concejal (2007); el IX Certamen de Textos Teatrales Esperpento (Torreperogil, Jaén), con el libreto Ícaro (2007); o el primer premio en el XXII Certamen Literario Letras Hispánicas Rafael de Cózar, que entrega anualmente la Universidad de Sevilla, con el volumen Morton Clay 1880 (2016). Su novela Pestañas Fucsias resultó ganadora del Premio Benito Pérez Armas en 2018.

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