Eduardo Perdomo

La canción de autor galopaba con fuerza por medio mundo allá por los años sesenta del pasado siglo cuando en Canarias comenzaron a surgir los primeros exponentes del género. Conectados directamente con la tradición musical y con la poesía, algo común a todo el movimiento, la denominada nueva canción canaria cobró especial fuerza en las Islas en la década de los setenta, en el antes y después de los estertores de una dictadura que agonizaba. En su seno, Eduardo Perdomo emprendió la tarea de poner música a los versos de Rafael Romero, Alonso Quesada, trabajo que quedó reflejado en el vinilo de larga duración Fugaz crónica de los años 20: Homenaje a Alonso Quesada (1992), con temas compuestos entre 1976 y 1980, y que hoy vuelve a ser noticia por la digitalización de la que ha sido objeto por parte del Cabildo de Gran Canaria. El trabajo se presenta este miércoles, 20 de diciembre, en la Casa Museo Tomás Morales.

⇒ Veinticinco años después de su publicación, el disco vuelve a una segunda vida, una vida digital, eterna por así decir. ¿Cómo surgió la idea?

Ha surgido muy rápido. La Casa Museo Tomás Morales, con su director al frente, tiene como objetivo recuperar e impulsar, sobre todo, publicaciones varias de los grandes poetas modernistas canarios (Tomás Morales, Alonso Quesada, Saulo Torón). Me consultaron acerca de la posibilidad de rescatar el disco que lanzamos hace veinticinco años y casi sin darme cuenta se ha reeditado en digital para su conservación.

⇒ Dos ediciones, dos momentos históricos. ¿De qué modo ubicarías las poesías de Alonso Quesada y tu propio trabajo de recreación en ambos contextos? En aquellos tiempos, la canción de autor era un clara referencia, incluida la musicalización de poetas clásicos; hoy en cambio ocupa una posición más marginal.

No tan marginal. Actualmente hay una concepción ecléctica y multifacética del arte. Hay público para todas las tendencias, e incluso me da la impresión de que los cantautores nunca se han ido, se han adaptado como los camaleones a las nuevas formas, algunas con resultados algo vacuos y algo frívolos. Aún así, el cantautor clásico sigue su camino, aunque quizás para públicos minoritarios.

«para mí la canción siempre ha sido una afición importante, sin pasar a mayores compromisos»

⇒ Sin embargo, tú viviste una época de máxima efervescencia: Taburiente, Canto 7, Juvenal, Palo, Senante… ¿Qué fue de todo ese movimiento?

El paso del tiempo es una verdad inexorable. Ha habido algunos retornos, pero sin renovación. Es muy complicado cambiar de estilos tras una vida de relativos éxitos en algunos casos. La profesionalización es complicada, pero es el único camino. No es mi caso, para mí la canción siempre ha sido una afición importante, sin pasar a mayores compromisos.

⇒ ¿Qué vigencia mantienen, en tu opinión, los poemas de Quesada en esta era de profundos cambios a todas las escalas?

Los clásicos nunca desaparecen. Su visión del mundo es clarividente y siempre tratan temas universales, los que siempre han preocupado a la humanidad. Pueden sufrir altibajos de apreciación exterior, pero vuelven a surgir. Lo he experimentado con estos poetas nuestros.

⇒ ¿Cómo elegiste los poemas que integran el disco? ¿Qué hizo que te decantaras por esos y no por otros?

De modo espontáneo. A veces llevado por imágenes que asocio al paisaje, otras a sensaciones rítmicas, al caráter crítico del poeta contra todo lo que le daña, y así fueron decantándose, siempre teniendo presente la profundidad de pensamiento.

«Quise reflejar a grandes rasgos la sociedad que el poeta vivió y cómo la asumió»

⇒ ¿Y qué me dices de Fugaz crónica de los años veinte, el único de los temas que integran el disco escrito por ti?

Quise ponerme en el traje del poeta, convertirme en Rafael Romero y resumir toda su vida de amarguras, reflexiones filosóficas, ironía y sensibilidad humana. Quise reflejar a grandes rasgos la sociedad que el poeta vivió y cómo la asumió. El estilo musical de los años veinte me pareció apropiado; no el local, el de la tierra, sino el internacional de entonces: fox trot, raggtime, charleston. Me parecía acorde con esas ansias de universalidad que añoraba Rafael Romero.

⇒ Aún resuena en mi mente, en letra y melodía, aquello de «¡Cosas de España! Sí. Todo cordura, / pone el inglés su eterno comentario: / —¡ El hidalgo de la Triste Figura / envuelto en un ropaje estrafalario! », de Un británico. «Cosas de España… estrafalario» ¿Hemos cambiado en algo? ¿Se nos sigue viendo de igual forma?

«las manifestaciones más grotescas de los ciudadanos son las que más pronto se difunden»

Los tópicos no desaparecen ni con el más fuerte de los desinfectantes. La fama de los españoles en el mundo no pierde comba, más bien se refuerza. La solución siempre vendrá por el trabajo de la cultura, que es la acompañante fiel de la educación. Y la verdad es que las manifestaciones más grotescas de los ciudadanos son las que más pronto se difunden y por lo tanto sirven para reforzar los tópicos. Lo llevamos claro.

⇒ Sigues vinculado a la música, pero también a la literatura: sigues muy de cerca la vida literaria de las Islas y además realizas actividades concretas como la coordinación del club de lectura El Jardín de las Delicias, de la Biblioteca Insular de Gran Canaria? ¿Cómo es la vida de Eduardo Perdomo hoy día? ¿Tienes nuevos proyectos en mente?

Soy un pensionista. Ahora mismo me recreo en mis aficiones: la lectura y la música para compartir con amigos y gente en general. Lo curioso de todo esto es que me han salido más proyectos en este tiempo que en muchos años pasados. Voy canción a canción, organizando antologías que aún es pronto para hablar de ellas y de su culminación.

⇒ ¿A qué nuevos autores canarios pondrías hoy música si te decidieras a editar un nuevo disco?

Difícil pregunta. En realidad, prefiero mis propios poemas a los de otros. Durante los ochenta me interesé mucho por la poesía nuestra y la española en general para musicarla, pero desde entonces empecé a escribir mis propios temas y estoy más a gusto con ello.


Eduardo Perdomo de la Guardia (Las Palmas de Gran Canaria, 1956) participó en los años setenta de la onda musical juvenil, que entonces se decantaba por la música folk. Posteriormente participó en diversos grupos, como La Fundación, Malvasía y Surco, en donde se entremezclaban diferentes estilos, desde el folk americano, tanto del norte como del sur, la nueva canción canaria, que fue un movimiento renovador del folklore, y la canción de autor. A partir de los años ochenta empieza a cantar en solitario, preferentemente en centros de enseñanza, donde ejerció también como docente. En la actualidad coordina, además, el club de lectura El Jardín de las Delicias, de la Biblioteca Insular de Gran Canaria.

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