Brasileña de nacimiento, llegó a Canarias de visita en 1975 y reconoce que fue «un amor a primera vista». Ha publicado dos poemarios en los que reconoce que evoca la espiritualidad, «la búsqueda del ser, de lo esencial, el fluir en el instante presente, el Zen. Versos como gritos en el silencio». Con un acento marcado y no perdido y el encanto de la mirada subcontinental de la América del Sur, Teca Barreiro ha conquistado más de un corazón. Mujer entregada a la familia, se debate entre la distancia, los recuerdos y las emociones. Una dura experiencia vital en la que casi perdió la vida le hizo dar un giro en su forma de interpretar el mundo y ahora lo plasma en sus letras cargadas de sonidos, musicalidad, ternura y sobre todo la visión de una terapeuta que escucha, evalúa y profundiza en los recovecos de la mente humana y sus salidas.
Tres claves de tu último trabajo
Mi último trabajo, en vías de publicación, es Me declaro Bi. Poemas de amor y piel. El amor (y el desamor), las ausencias, el erotismo, se deslizan por los versos con cierto toque místico en cuanto a la fusión con el amado, la muerte del yo en la entrega amorosa. Los poemas abordan una sexualidad amplia e integradora, donde lo femenino y lo masculino, el ying y el yang, el ánima y el animus conviven en un baile de polaridades. El libro se compone de dos apartados: De amor y Piel, esta segunda parte con un tono erótico más marcado.
¿Qué autor o autora te inspira?
La vida es la fuente de inspiración más potente. En mi profesión hallé mucha riqueza, ya que tenía el privilegio de sumergirme en el tesoro del alma humana, sus recovecos, sus luces y sombras. Leer diferentes autores es importante, es alimento para nutrir nuestra propia voz literaria. Se me ocurren algunos y otros muchos que quedan en el tintero: En narrativa, Clarice Lispector, Joseph Roth, Robert Walser, Stefan Zweig, Vargas Llosa… En poesía, Alejandra Pizarnik, Huidobro, Whitman, César Vallejo, García Lorca…
Un poema, una novela, un cuento
— Un poema: Me gusta cómo montas en bicicleta, de Jesús Aguado.
— Una novela: Las solidaridades misteriosas, del francés Pascal Quignard. Me envolvió su lectura. Me hizo volar.
— Un cuento: Amok, de Stefan Zweig. Soy fan de la prosa de Stefan Zweig. Su fuerza narrativa atrapa, me coge de la mano y me conduce hasta el final del relato. No me permite descabalgar antes del desenlace.
Una obra de teatro, un guion cinematográfico
— Una obra de teatro: adoro el teatro, es un arte vivo donde las emociones se transmiten en caliente desde el actor al espectador. En mi juventud en Brasil pertenecía a un grupo de teatro, y no descarto, cuando la vida me lo permita, volver a cultivarlo. Todo arte es terapéutico. El teatro nos permite vivir personajes que laten en nuestro interior y eso resulta muy liberador. Me gusta el teatro con humor. También el llamado teatro del absurdo, que refleja de manera esperpéntica lo absurda que puede resultar la existencia. Se me ocurre La lección, de Ionesco.
— Un guion: Rompiendo la olas, del cineasta danés Lars Von Trier. Una historia desgarradora, atrevida, vivida en los límites, como la mayoría de los guiones de ese director.
Proyectos
Tener proyectos es importante, estimulan la vida. Tengo varios proyectos entre manos que voy regando a goteo, ya que la tarea familiar prioritaria en esta etapa de mi ciclo vital ocupa mucho espacio de mi vida personal, y no me permite dar más candela a lo literario. En este momento mi madre es mi gran poema. Y lentamente voy bordando lo demás: Ocaso de la madre, poemario inspirado en las emociones asociadas a la vejez y fin de la madre; La voz de las cenizas, narración sobre la emigración y el desarraigo, centrada en la figura de mi padre.
¿Qué personaje de DRAGARIA serías?
Fantaseo con ser el vacío, el espacio intangible que lo contiene todo. No es palpable, pero se intuye. No se ve, pero se respira. En él ocurre la vida. Regazo invisible que acoge el mundo animal, vegetal, mineral.
Teca Barreiro Llorente (Salvador, Bahia, Brasil, 1956) es hija de emigrantes gallegos. En 1975 visita Gran Canaria por primera vez y en 1980 se instala en la isla. Estudia Psicología en Santiago de Compostela. Ejerce como terapeuta hasta el año 2003, fecha en que sufre un episodio de muerte súbita. Este hecho da un giro completamente nuevo a su vida, apartándola de su quehacer profesional. Según la autora, «el encuentro con el Zen fue crucial en el proceso de aceptación y apertura hacia una nueva manera de estar en el mundo: viví una muerte y un renacimiento». Ha publicado los poemarios Destellos en el vacío (Puentepalo, 2012, edición bilingüe español-portugués) y Común Unión (Ediciones Beta III Milenio, 2014), este último acompañado de CD con poemas recitados por la autora y musicados con guitarra acústica, timple, violín y sitar. Participa en los volúmenes colectivos de poesía Revista Al Harafish, Art Food (CD con poemas), La llama silenciosa y 88 poetas canarias, y en los de relatos De promisión y Perdone que no me calle (contra la violencia de género).