Pérez Alvarado, en el Rodríguez Quegles

Presentación de 'Abra' y 'Ala y sal' en el Rodríguez Quegles

El Palacete Rodríguez Quegles de la capital grancanaria se llenó la tarde noche del pasado jueves, 12 de julio, de amigos y familiares de Miguel Pérez Alvarado para asistir a la presentación sus dos nuevas obras, Ala y sal (El Sastre de Apollinaire, 2018) y Abra (Mercurio, 2018), en una velada que se prolongó más allá de las 21.00 horas. La complicidad entre los poetas y amigos del autor José Miguel Perera y Máximo González, así como del crítico y ensayista Jorge Rodríguez Padrón hicieron de la velada una auténtico debate filosófico sobre la poesía de Pérez Alvarado. Emocionado por la asistencia de público, el poeta grancanario explicó a los presentes que la idea de esta presentación en la que esperaron y saludaron a todos los presentes antes de comenzar la promoción de sus obras, se la dio la boda de unos amigos, «que al contrario de que los novios se presentaran ante el público, esperaron (en una ceremonia no religiosa) a que el público fuera llegando para comenzar el rito».

Máximo González recordó la amistad que les unía e incluso que se sentía abrumado por la cantidad de público presente y que de entrada esperaba que la presentación fuese como una de esas ocasiones en las que los cuatro se sentaban a comer y debatir de sus cosas y el mundo, pero que en este foro deberían ser más comedidos. José Miguel Perera comenzó hablando de Abra, mencionando, «el viaje», haciendo referencia a que todos conocemos la idea esa de «como me decía mi padre de pequeño, darse un viaje, como tortazo o manotazo, y es que precisamente la poesía de Miguel nos da esos tortazos, nos da un viaje y nos hace virar el pensamiento, dar la vuelta a las cosas con su modo de percibir la realidad. Lo hace además sin culpas, sin utopía… Su viaje no es en el sentido del diccionario sino que está cargado de simbología». Perera incluso en otro momento del debate en el que se habló del uso del título Abra, por el imperativo, recordó que le vino a la cabeza «aquello del abracadabra, dada la magia de sus palabras». Sin embargo en realidad para Pérez Alvarado «es subjuntivo, mi idea es un abra yo», explicó al público. Pérez Alvarado insistió en que esta obra no tan sólo de la dimensión biográfica de su vuelta a Canarias tras varios años fuera, «aunque ese sea el punto de partida que desencadenó la necesidad de escribirlo, sino de pensar, poéticamente, cuál y cómo es el regreso que nos es dado abrir y experimentar con el lenguaje»

Por su parte, Jorge Rodríguez Padrón hizo una introducción a la obra genérica de Pérez Alvarado, asegurando que había venido a la presentación con la certeza de que estas obras eran «unas nuevas andanadas» en la literatura del poeta canario. Dijo que había decidido participar para «oír y aprender». Reconoció que a veces en su trayectoria como crítico se produce una saturación «y uno cada vez sabe menos», sin embargo para él ya en la última presentación del autor confesó que «de mayor» le hubiera gustado escribir ese libro. «No solo por estos dos que, me han llamado la atención, están escritos desde un punto de vista no habitual. Rompe, entra en un espacio que no dominamos», afirmó. Para el crítico, estos libros no son una selección de poemas, «sino que ellos, los propios poemas, son los que  evolucionan y marcan dándoles tiempo al espacio y se abren a un camino incierto». Insistió en que la poesía de Pérez Alvarado siempre motiva al lector a seguir indagando: «Es como dar pistas y que uno tenga que continuar más allá de lo que ha contado». En este punto estuvieron de acuerdo todos los ponentes, incluso se habló del uso en ambos títulos de la vocal a, de carácter abierto, receptivo. Rodríguez Padrón señaló que ese «abra, es como el refugio de un puerto, y ambos títulos son como un abrir y acoger». Tras algunas lecturas escogidas, tanto por el propio autor, como de los acompañantes, y cerrando Rodríguez Padrón, el autor procedió a la firma de ejemplares.

Reportaje fotográfico: DRAGARIA

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