Antonio Jiménez Paz, nacido en la isla de La Palma que tantos escritores y poetas da a estas islas, descubre en cada poema la visión de ese ser humano que está detrás. A pesar de ser uno de los poetas más admirados y queridos, lleva varios años sin realizar producciones propias, dedicándose a rescatar figuras tan importantes para la historia de las letras canarias como la de Antidio Cabal. Recientemente nos ofreció un poema inédito a Dragaria, lo que le ha supuesto una nueva aventura editorial.
Tres claves de tu último trabajo
Mi último libro, publicado en 2013, fue Una temporada en el Centro. Panorama actual de la poesía en Costa Rica. Antología 1980-2013. Consistió en un ejercicio de salir de mí mismo e ir al encuentro de otros; en este caso, atender los pormenores de un grupo de poetas costarricenses, demostrar de alguna manera la capacidad y necesidad de renovación de la última poesía de este país, intentando constatar un cambio genérico de dirección y maneras en contraste con su tradición literaria tal y como venía desarrollándose. Más que una antología al uso intenté que el mismo esqueleto compositivo que ideé para conformar el libro fuera ya un relato por sí mismo. Desde su título juego con la idea del viaje, alguien que visita el país se dedica a observar, y como consecuencia transmitir, y por tanto compartir, lo que descubre allí en cuanto a poesía se refiere, su actualidad fenomenológica: dar cuenta de. Descubrir sin colonizar: constatar. Aunque por una rancia lógica aceptada se crea que visitar un país tan diminuto como Costa Rica, aparentemente sin peso alguno en la tradición latinoamericana, suponga acercarse a la periferia (generalmente se cree que se parte del centro a las afueras, descartando que sea de un centro a otro centro), yo entendí que cualquier viajero siempre se traslada al centro de algo, otro centro, en este caso al acontecer de la poesía costarricense, a su actualidad. De ahí su título, que constituye al mismo tiempo el punto de partida de la proposición. El libro, para mí una vez más, como una proposición de juego. ¿Qué puede ocurrir? Que cuando intentas aportar algo singular basándote en una manera distinta de mostrar un determinado contenido —esquivando, por ejemplo, el formato de antología como uso clásico para este tipo de menesteres— puedes no ser entendido o incluso ignorado, o tal vez hasta equivocarte por el riesgo que conlleva. Aunque parezca mentira es muy difícil que se valore o se atienda lo distinto. Lo distinto de alguna manera estorba, dificulta la atención: se prefiere lo usual, lo masticado, lo no problemático Sin embargo su confección supuso para mí una experiencia más que enriquecedora. Contiene una antología, pero no es el corazón del libro ni su único objetivo. Cualquier juego de mesa tiene por objetivo alcanzar una meta, el primer jugador que lo consiga gana. Pero mientras tanto los participantes se entretienen, viéndose obligados a hacer uso de estrategias que les ayuden a rebasar las dificultades encontradas en el trayecto hasta alcanzar el premio siendo el primero en llegar: hay un objetivo lineal, pero a la vez otro transversal y del que prácticamente depende todo, lo que conlleva una comprensión del mismo juego, de sus mecanismos, para poder avanzar. Se juega, y mientras se juega se aprende. Esa fue la idea que dio forma al montaje de este libro. Ese mismo año también se reeditó el que fue mi segundo libro de poemas, Tratado de ornitología, publicado originariamente en 1994. Esta decisión significó, quizá, una manera de asomar la cabeza después de tanto tiempo sin publicar algo propio y decir sigo aquí, de reivindicarme, por supuesto que en el mejor y más humilde sentido de este verbo.
¿Qué autor o autora te inspira?
Considero que una pregunta como esta tiene algo de tramposa. Uno no necesariamente se inspira en autoras o autores. La existencia es algo más que libros. Una pregunta de este tipo vale para ufanarse y darte cierto lustre nombrando autores uno tras otro. Seguramente nos inspiren, o más que inspirarnos nos influyan, sí, pero aquellos que menos pensábamos, los que no nombramos, quizás aquellos que más vergüenza nos daría citar en público, y si no, los que se colaron en nuestra escritura sin darnos cuenta. Por ejemplo, no por leer las obras completas de alguien por mucho que nos gustara en su momento influye en nuestra escritura más que un poema de un determinado autor con el que nos tropezamos una vez por casualidad y en unas circunstancias imprevisibles. Tener tan claro qué autores nos inspiran o influyen es de alguna forma desconocer lo que es la vida, que es el contexto más radical y amplio en el que se escribe, por tanto en el que se inscribe la literatura. Comporta controlar qué y cómo llega a nosotros lo que somos, lo que es imposible. No solo nos influyen los libros que leemos, mucho menos solo ellos nos inspiran. Influye la música, influyen las observaciones del día a día, cuando vas a comprar a un supermercado, cuando te detienes dialogando con alguien en una esquina, cuando escuchas un ruido, cuando acaricias un perro, cuando te quejas de dolor, cuando te compras unas gafas nuevas de vista, cuando tomas una decisión, etc. Cuando uno tiene tan claro sus referentes, más que inspiración o influencia, es posible que estemos reconociendo sin querer ser poco más que una copia, pero de las malas; las ganas de subir al altar de quien admiramos, pero para bajarlo a él o ella y encumbrarnos a nosotros mismos. Mala práctica esa. O mala literatura, que como resultado es peor. Dicho de otra forma: porque desnudos apenas somos algo. Y eso nos da miedo.
Un poema, una novela, un cuento
— Un poema: La ciudad, de Cosntatino Cavafis. En cada lectura de este poema muero y resucito. Es inexplicable lo que me sucede cada vez que lo leo. Es algo que me colma, no es un poema que solamente es un poema.
— Una novela: La mujer de la arena, de Kōbō Abe. Fue un gran descubrimiento, una gran experiencia como lector, una de esas novelas que no puedes contar de qué va. Su fuerza reside en su propia lectura.
— Un cuento: Caperucita Roja, un cuento de transmisión oral, que se deja enriquecer por el transcurso del tiempo. No necesariamente la versión de los hermanos Grimm.
Una obra de teatro, un guión cinematográfico
— Una obra de teatro: Cinco horas con Mario, de Miguel Delibes. Si pudiera ser con la interpretación de la actriz Lola Herrera. Me encantó cuando la actriz paró la actuación para llamar la atención al público por ciertos ruidos que la desconcentraban. Lo hizo como si fuera parte de la trama de la obra, sin alteraciones, con el mismo tono de voz que requería su actuación. Luego continuó.
— Un guión: Léolo, de Jean-Claude Lauzon. La vi tres veces seguidas el mismo día del estreno y en el mismo cine, una sesión tras otra. No fue algo premeditado, fue fruto del impacto, más bien una necesidad de que la película nunca acabara. Pasado el tiempo la he visto alguna que otra vez.
Proyectos
No lo sé todavía. No me importaría que fuese un nuevo libro de Antidio Cabal. Ojalá.
¿Qué personaje de DRAGARIA serías?
No suelo identificarme con nada ni con nadie. Pero bien podría ser con un perro vagabundo al que nunca apaleasen.
Antonio Jiménez Paz (La Palma, 1961) es licenciado en Filosofía y Experto Universitario en Planificación y Gestión Cultural. Ha publicado los libros de poemas: Los ciclos de la piel (Ediciones La Palma, 1992), Tratado de ornitología (La Calle de la Costa, 1994; 2ª Ed. Baile del Sol, 2013), Diario de la distancia (Huerga & Fierro Editores, 1996) y Casi todo es mío (Artemisa Ediciones, 2005; 2ª Ed. Baile del Sol, 2008). También las antologías Tren de vida [1992-2002] (Baile del Sol, 2003), Zoo sin fauna (Cuadernos Amerhispanos, 2009; 2ª Ed. España, E-ditorial 23 Escalones, 2010) y la antología ensayística Una temporada en el centro. Panorama actual de la poesía en Costa Rica. Antología 1980-2013 (Ediciones Amargord, 2013). Su obra ha sido recogida en antologías diversas y en revistas especializadas en poesía. Publica reseñas y ha prologado libros de otros autores, participado en festivales internacionales (México y Costa Rica), congresos y debates literarios. Ha obtenido algunos premios. Como periodista ha publicado infinidad de entrevistas, tanto en periódicos como en suplementos culturales, a escritores y personajes relacionados con la cultura. Por fascinación y seducción literarias se ha dedicado al estudio e investigación sobre otros autores como Félix Francisco Casanova o Antidio Cabal, encargándose de la edición de la obra poética completa de este último en España.