El escritor y periodista Borja Monreal Gainza presentó este jueves en la librería Canaima de la capital grancanaria su último libro, El sueño eterno de Kianda, novela que se alzó con el galardón Benito Pérez Armas de Novela de la Fundación CajaCanarias. Acompañado por la también periodista y experta en el continente africano, Ángeles Jurado, hicieron de la velada una tertulia amena e interesante llena de confesiones personales e historias paralelas que fueron dando vida a la obra del navarro afincado en Canarias. Analista de mercados, delegado de una empresa multinacional y de una ONG, acabó consolidando su carrera el mundo de la cooperación. Y viaja constantemente al continente vecino, donde asesora al Gobierno angoleño, «al menos lo hacía hasta ahora», recalcó medio en broma, dado que su libro novelado revela algunas de las anécdotas más duras y crueles de la situación de este país y de su historia oficial acallada desde 1977.
El periodista explicó como por azar en 2008 viajando en moto por el país descubrió un cementerio en el que se leía un cartel «Aquí yacen los muertos del 27 de mayo». Le llamó tanto la atención que en cuanto llegó a su trabajo pidió a un compañero que le explicara qué significaba, y este le dijo que no se hablaba de ese tema y tan sólo podría hacerlo con un wiskie. Fue así mediando una copa por medio como se enteró de que el gobierno angoleño dirigido por Agostinho Neto, el 27 de mayo de 1977 comenzó una masacre en Angola perdiendo la vida miles de personas. Una revolución, iniciada con la caída de la dictadura salazarista en Portugal, y que fue en «auténtico baño de sangre».
Monreal dirigido por las preguntas de Ángeles Jurado y el propio público asistente, entre el que se encontraba Juan Carlos Lorenzo, coordinador territorial de CEAR en Canarias (Comisión Española de Ayuda al Refugiado), hizo un repaso a su trabajo que duró más de dos años y del que afirma debe su publicación precisamente al Premio Pérez Armas, «de otra manera jamás habría encontrado editorial que lo publicara», confesó, ya que su obra aunque novelada habla y representa a personas reales, situación reales fruto de entrevistas y encuentros con las víctimas de la masacre y con algunos de los responsables de la misma. Aseguró que pudo contar con todas estas revelaciones «gracias a ganarme su confianza, en Angola nadie habla del 27 de mayo, no de forma oficial, y cuando lo hacen siempre usan la tercera persona para describir los hechos y además se ríen de todo. He comprendido que esa risa es una herramienta, una defensa personal contra toda esa historia enterrada y oculta, una historia no reconocida jamás por el Gobierno. Pero aunque nunca hablan entre ellos del suceso hablaban con cierta naturalidad conmigo al ver que yo no soy una amenaza». El autor recordó un dicho que tienen en el país angoleño «las paredes tienen ratones y los ratones tienen oídos».
Una presentación, en la que no había escritores conocidos presentes, y que se prolongó más allá de hora y media, mantuvo a la audiencia en vilo escuchando al periodista, quien no perdió en ningún momento el hilo de la historia: la crónica novelada de una madre que víctima de las represalias por ser una luchadora revolucionaria que tuvo que exilarse, que se quedó viuda y arrastró consigo una niña pequeña, Kianda, que se vio entre dos mundos y ante esa crisis de identidad y la enfermedad de su madre, regresan desde Londres a una Luanda diferente, un país que nunca conoció, siendo nadie en ninguna parte.
«Lo más importante de este libro no es sólo hablar de los muertos, o de sus hijos, de quienes sufrieron represalias y tuvieron que exiliarse, la clave es la muerte de las ideas, de la esperanza y la disidencia política que murió ese 27 de mayo», sentenció el autor, quien además transmitió el profundo amor y respeto que siente por la población angoleña y los africanos en general.
El autor para mostrar su pasión por el continente hizo promoción de otra compañera periodista, Pilar Cebrián, que publicó un poemario denominado Refugiados, leyendo un poema de esta. Para finalizar leyó algunos de los párrafos de su novela, que Jurado resaltó «llena de color, aromas, espacios, descripciones, una sorprendente historia que me enganchó desde el principio y que desde luego se trata de una lectura recomendable».
Reportaje fotográfico: DRAGARIA