Periodista y escritor, Juan Cruz ha atravesado fronteras entrevistando a algunos de los autores y autoras más relevantes del panoroma literario internacional. Desde DRAGARIA hemos intentado acercarnos al hombre, al compañero que con su estilo personal, su ansia de saber y su deformación de contar, recibió el verano del año pasado uno de los homenajes más grandes que se ha dado a un escritor en vida, el que le dedicaron amigos y escritores en la Casa del Libro de Madrid. Reacio a estos homenajes, pero siempre dispuesto a darlos, asegura que aún le quedan muchas cosas por escribir. De hecho, cuenta con dos nuevos títulos en las librerías. Por un lado, Hadas, de la editorial Diego Pun, que firma junto a otros tres autores canarios (Lola Suárez, Félix Hormiga y Ernesto Rodríguez) y escritores de América Latina, de México a Ecuador. Especializada en literatura infantil y juvenil, Diego Pun reivindica con esta y otras obras figuras femeninas activas e historias comprometidas en la sensibilización contra el machismo. Y por el otro, El territorio de la memoria y otras novelas autobiográficas, de la editorial Punto de Lectura, en la que Cruz traza un viaje desde su infancia a través de cuatro títulos: El territorio de la memoria, La foto de los suecos, Ojalá octubre y El niño descalzo.
⇒ ¿De verdad crees que todo está en los libros, como decías recientemente en uno de tus artículos sobre Donald Trump?
Absolutamente todo. En los libros están la música, el ritmo, la historia, la dialéctica, el perdón, lo imposible y el sueño. Ah, y la poesía de la buena educación.
⇒ Lorca decía algo así como que si estuviera en la calle desvalido y muerto de hambre pediría medio pan y un libro… ¿harías tú lo mismo?
Eso hice cuando era chico. El libro importaba más que la comida, pues el hambre era una realidad insoslayable de la que no teníamos conciencia. Leer era mejor que comer; leer era el aire, el agua; alimentos que se conservan bien en hambre.
«Yo estoy comprometido contra lo que no es cierto»
⇒ ¿El escritor debe comprometerse con su tiempo, debe reivindicar a través de sus letras salir a la calle a manifestarse? Tú siempre lo has hecho de alguna forma desde tu primera novela.
El compromiso del escritor es el compromiso del ciudadano; si un ciudadano no sale a la calle, no se manifiesta, no reivindica, está en su derecho; nadie está obligado a salir de su conciencia. Todorov, recientemente fallecido, decía que él no llevaba pancartas, llevaba libros. Mi compromiso ciudadano es el de un progresista que reivindica la buena educación y abomina de lo incierto, pues no existen ni la verdad ni la mentira; cualquier cosa puede ser verdad, incluso la mentira, si ésta se repite. Mientras que lo incierto es más peligroso: se convierte en verdad con más facilidad. Una mentira es obvia. Lo incierto mancha más. Yo estoy comprometido contra lo que no es cierto.
⇒ ¿Cómo ves el panorama literario actual a escala nacional y también en Canarias?
Muy pobre. En literatura y en acción cultural a favor de la lectura. En nuestra tierra, Canarias, donde tanta lectura falta, me parece que el panorama es deplorable. El gusto público para este aspecto del desarrollo cultural está parado, y a mí esto me produce indignación, rabia y pena. Creo que los medios públicos tampoco ayudan a crear un ambiente que tenga la cultura como centro de la preocupación social.
⇒ Hoy hay miles de millones de poetas que surgen en las redes sociales, escritores y escritoras espontáneos que las aprovechan para escribir, a veces bajo el anonimato o falsos perfiles. ¿Qué te parece este fenómeno?
Siempre hubo poetas y siempre habrá poetas, escritores, verisificadores… ¿Cómo no va a haberlos, si el descubrimiento de la palabra es el mayor misterio de la humanidad, más aún que la Santísima Trinidad? Es un fenómeno de siempre; ahora es transparente por las redes sociales. De todo ello lo que menos me gusta es el anonimato. Nuestra tierra ha sufrido muchísimo, antes de la guerra civil, durante la guerra civil y después, por culpa de los anónimos. Esto me da miedo.
⇒ ¿Crees que hoy en día el ego de los escritores choca con su talento?
Lo que sé es que el ego no prolonga el talento, sino que lo retiene en una redoma que no sé si es de cristal, como decía mi madre, o de mierda. Los escritores deben salir de su barraca de egos revueltos; los escritores, los periodistas, los notarios, los médicos, los artistas plásticos… Todo el que tiene una tribuna debe rebajarla a ras del suelo.
«Si en cada comunidad española, sobre todo en Canarias, se hiciera lo que hacen los mexicanos de la FIL, el mundo, nuestro mundo, sería mil veces, un millón de veces mil veces, mejor»
⇒ «Sabe escribir con la adrenalina del instante antes de que caduque el hecho», dijo de ti el escritor mexicano Jorge F. Hernández durante la presentación de tu último libro en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara (FIL), México. Me surgen ante esto dos preguntas:
1) Recurres siempre a la humildad, a la técnica del no sé nada, y sin embargo todos sabemos que detrás hay un hombre escrutador, inteligente, leído e informado que está al día. Una vez escribiste: «Desde la ignorancia se ve mejor la nobleza (o lo innoble) de las actitudes humanas, sean de políticos, de jueces, de médicos, de fontaneros o de futbolistas», ¿sigues esa máxima de que es mejor parecer idiota que serlo?
Es que para saber hay que preservar la curiosidad; la sentencia «sólo sé que no sé nada» no es humilde, es sabia: si vas a una entrevista sabiendo que ya sabes todo lo que te dirán, ¿de dónde vendrán las preguntas? Una persona sólo sabe lo que recuerda, debe estar en actitud de aprender más. Y se puede aprender más incluso de lo que se sabe.
Y 2) La mayoría de los escritores soñamos con presentar nuestros libros en la FIL, ¿podemos afirmar que México es ahora mismo el epicentro de la literatura de habla hispana?, ¿qué tiene ese país que engancha a los escritores que van?
Así lo creo. Pero el epicentro es lo que ha hecho la FIL, juntando a tantos escritores, críticos… de todos los rincones de la lengua española, de las lenguas romances y de otras latitudes culturales para convertir la aventura de leer en algo vivo e interesante. Lo que ha hecho la FIL por el mundo editorial, por los escritores, por la lectura, es insólito y magnífico. Si en cada comunidad española, sobre todo en Canarias, que es mi tierra, la tierra en la que me gustaría una prosperidad cultural que haga mejor la vida, se hiciera lo que hacen los mexicanos de la FIL, el mundo, nuestro mundo, sería mil veces, un millón de veces, mejor.
⇒ ¿Eres capaz de hacerte una idea de cómo es una persona por los libros que lee o los que tiene en su biblioteca, te atreverías a opinar en base a eso?
No necesariamente. Mi madre no leyó nunca un libro, era sabia; mi hermana Carmela, que también nos dejó hace muy poco para gran dolor de todos, no leyó nunca, le leían mis libros sus hijos. No es imprescindible leer para ser. Al contrario, hay gente que lee mucho y sin embargo tiene una conducta de iletrado. Conozco multitud de escritores con los que no tendría una conversación más allá de las tres primeras palabras.
«No hay renglón más amargo que el que se escribe con la ansiedad de la ambición»
⇒ Con tu primera novela en 1972 , Crónica de la Nada hecha pedazos, obtuviste el Premio Benito Pérez Armas; en 2012 recibiste el Premio Nacional de Periodismo Cultural, otorgado por El Ministerio de Educación, Cultura y Deporte; más de 40 años han mediado entre estos galardones, ¿podemos esperar un Nobel de Literatura o soñar con un Pulitzer? Sería un honor que, con toda tu intensa trayectoria y tu prestigio, no sólo estatal, tuviéramos un canario con esos reconocimientos.
¡Qué dices! Ahora que te escribo estas respuestas sé que no sé nada; no sé qué hacer con un libro que tengo entre manos, me recupero a duras penas de un muy grave dolor personal. Soy una persona sencilla luchando en un mundo de apariencias. No he soñado nunca con premios. A estas alturas de mi vida mi máxima aspiración es dormir pronto por las noches, evitar que el insomnio me devuelva los fantasmas reales que forman parte de mi vida. Y mi alegría son mi nieto, mi hija, mi mujer, mis hermanos, mis sobrinos… No hay renglón más amargo que el que se escribe con la ansiedad de la ambición. Yo he sufrido a personas que tienen la ansiedad de la ambición, y no estoy contento entre ellas.
⇒ Con más de una veintena de libros publicados -narrativa, ensayo, poesía- y miles de artículos de prensa, tantos premios, como los mencionados, el Azorín o el Premio Canarias, has escrito sobre tu familia, tu entorno… ¿Qué le queda por escribir a Juan Cruz, sobre quién o sobre qué?
Me queda escribir todos los días. El último poema que escribí es sobre la flor que buscaba para llevarle a una persona que sufría dolor. Todos los días hay una metáfora que te lleva a pensar en una línea. Y esa línea a veces es de fuego.
⇒ Haciendo uso de otra de las cosas que te caracteriza, el buen humor y esa socarronería tan de nuestras islas, cuéntanos alguna anécdota. Siempre recuerdo aquello de que ninguna de las papas fritas supera a las de tu madre…
Muchas anécdotas hay en mi vida. Tendríamos que conversar para que me salgan. En Territorio de la memoria, que acaba de publicarse recopilando todos mis libros autobiográficos, está mi librito El territorio de la memoria; ahí cuento muchas anécdotas de mi madre. Tienen que salir hablando. Mi madre era una persona muy profunda. Ninguna anécdota es ligera en su caso.
⇒ Para finalizar ¿crees que es posible o necesaria una publicación como DRAGARIA?
Les doy la enhorabuena por la iniciativa. Necesarios se harán ustedes. Nada es necesario, excepto respirar para vivir, beber para saciar la sed, comer para seguir… Necesario es caminar. Muy bien que inicien el camino. Si saben andar, y en Canarias saber andar ya es un mérito grande, llegarán lejos. Depende de ustedes. Si yo les puedo ayudar y ustedes me llaman, aquí estoy. Jamás he dicho no a nada que me hayan pedido de mi tierra. A veces, debo decirlo, y debe ser normal porque me ocurre con frecuencia, me pagan con tajadas de aire. Esa es, por cierto, una frase de mi madre.
Juan Cruz (Puerto de la Cruz, 1948) es periodista, escritor y editor. Estudió Periodismo e Historia en la Universidad de La Laguna y comenzó a escribir en prensa a una temprana edad en el semanario Aire Libre. Fue miembro fundador del periódico El País y director de coordinación editorial de Prisa, director de Comunicación de Santillana y responsable de la Oficina del Autor. En su faceta literaria, ha publicado una veintena de libros, entre los que destacan la novela Crónica de la nada hecha pedazos (1972) por la que obtuvo el Premio Benito Pérez Armas o El sueño de Oslo (1988), galardonado con el Premio Azorín. Recibió el Premio Nacional de Periodismo Cultural en 2012. Fue nombrado director adjunto de El País en 2014 (Blog).