Reconoce que llegó a esto de la escritura de forma tardía, aunque «desde muy pequeño» solía «rellenar folios y libretas de casi cualquier cosa» que le pasara por la cabeza». Reconoce que le gusta mucho la narrativa latinoamericana, aunque admira a muchos autores y autoras canarios: «Gente que me hace creer en nuestro lenguaje y darle valor a nuestros escenarios», afirma. Los problemas cotidianos y las contrariedades del ser humano son algunos de los temas que más le preocupan, la historia y su gente. «Escribo para narrar lo que no me gusta de la sociedad; me siento con el compromiso moral de dar voz a aquello que no debería ocurrir en nuestro entorno», proclama. Se considera un «feliz novato al que todas las críticas, sin excepción», lo empujan «a seguir aprendiendo y a ser más exigente» con lo que dice y hace. Sobre escribir, asegura que sólo tiene una cosa clara: «Escribiré hasta que deje de escribir».
Tres claves de tu último trabajo
La última homilía de Zacarías Martín es una historia que plantea los conflictos morales que sufrimos a diario en nuestra sociedad, en un microcosmos como puede ser un pueblo. La idea ha sido mostrar unos hechos en los que se vieran reflejados en sus personajes algunos de los conflictos propios de nuestra naturaleza humana: la avaricia, los principios o el amor. Se trata de una fábula sobre dilemas morales en la que, además de entretener, me interesa que deje una reflexión sobre la honestidad con uno mismo.
¿Qué autor o autora te inspira?
Son muchos, lo cierto es que no dejo de descubrir autores como puede ser últimamente Leonardo Padura, pero cada cierto tiempo regreso a los lugares donde he sido feliz junto a algunos de mis autores fetiche como pueden ser Melville, Stevenson, Bolaño, García Márquez o Juan Rulfo.
Un poema, una novela, un cuento
— Un poema: La maleta, de Pedro Lezcano.
— Una novela: resulta complicado citar una, soy de vagar por diferentes géneros. Hace poco releí El viejo y el mar, de Ernest Hemingway y volvió a fascinarme por su sencillez.
— Un cuento: Diles que no me maten, de Juan Rulfo.
Una obra de teatro, un guion cinematográfico
— Una obra de teatro: siempre me sentí atraído por la historia de amor que vive Cyrano de Bergerac, de Edmond Rostand, que además he tenido la fortuna de ver en varias ocasiones. Si busco algo más contemporáneo: Me llamo Suleimán, de Antonio Lozano, una de esas obras que dejan huella por la problemática social que nos muestra.
— Un guion: el guion de Pulp Fiction, de Quentin Tarantino, me parece de una envidiable coreografía. Una muestra evidente de que aún queda un ancho margen para seguir creando.
Proyectos
Planteo la escritura como un reto en el que me obligo a estar incómodo, adentrándome en lugares en los que no me siento seguro. Ahora mismo me disperso entre una novela inspirada en hechos ocurridos durante la Guerra Civil en Canarias y un poemario del que no estoy seguro de que vea la luz a corto plazo. De cualquier manera, me siento en la obligación de seguir escribiendo sobre aquello que me quita el sueño, esas injusticias que ocurren a nuestro alrededor y a mí me sacuden el tiesto, a mi manera, pero tratando de que dejen poso en el lector.
¿Qué personaje de DRAGARIA serías?
Me gusta imaginarme como una coruja que siempre está al acecho observando lo que ve a su alrededor. Tomando nota para, en cuanto algún político se descarrile, soltar una descarga de chillidos desgarradores que lo devuelvan a su sitio.
Enrique Redondo Miranda (Las Palmas de Gran Canaria, 1978) es actualmente responsable del departamento de Recursos Humanos de un grupo empresarial canario. En la última década ha desarrollado su actividad profesional desde la cercanía que da el asesoramiento a emprendedores, formador en el ámbito empresarial/laboral o gestor de contenidos. Igualmente, ha colaborado con diferentes organizaciones y medios digitales escribiendo artículos profesionales y de opinión. Su debut literario se produjo con la publicación de La quimera del pan y otros relatos (2013). en 2017 publica La última Homilía de Zacarías Martín.