Título: Diario del Hombre Lobo y otros poemas carnívoros
Autor: Pedro Flores
Editorial: Tragacanto
Género: Poesía
ISBN: 978-84-943722-5-4
Lanzamiento: septiembre de 2017
Precio: 10 €
Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos”, escribía Neruda en su Poema 20. Pedro Flores, 17 años después de la publicación primera de su Diario del Hombre Lobo en la editorial grancanaria Para las Veladas de Monsieur Teste, tampoco es el mismo; tan es así que a este licántropo le ha crecido una antología, que el poeta trata de carnívora, de poemas amorosos dispersos por su amplia obra. Y esa antología completa, y quizá en algún caso hasta explica, la poética del autor:
«Junto a la rosa empapada en cerveza
me ha dejado una pregunta:
¿Nunca quisiste estar
al otro lado del poema?».
Este Diario… aúna a Garcilaso con Montaigne; la poesía, que habla del sujeto en sí, y el diario que cuenta la verdad privada, a modo del Robinson de Defoe en la isla de su singularidad; un diario que narra su cotidianidad, una cotidianidad monstruosa y mítica: el lubricán de Valle. La dualidad intrínseca del licántropo y su soledad, extranjero de sí mismo, tanto en el día bípedo como en la noche con luna:
«Retomar el hilo de tus venas
para dejar de sentirme
un extranjero».
Al contrario que en Drácula, el otro monstruo coetáneo, el Hombre Lobo no es noble, ni tiene castillo ni duerme en un ataúd:
«No tengo coto, ni arroyo
ni lobera, ni manada; él es la imperecedera bestia
hecha de la inmortal sustancia
de tus sueños».
Pero no tener la sangre azul no le impide reinar:
«Abandona a su suerte tus vestidos
y ven a reinar conmigo
sobre los páramos secretos
del delirio».
Pedro Flores, como es habitual en su poesía, deja correr la ironía –«El único animal que me puede / ronda de tarde en tarde el cielo: / sólo temo a los eclipses»– entre los versos cargados de ese erotismo primitivo que el lobo reinventa con cada luna llena:
«Fui, lo sabes,
una fiera en pos siempre
del cebo púrpura
de tus arterias».
Un libro imprescindible en la producción poética del grancanario que, 17 años después, sigue mostrando su vigencia:
«No lo dijimos;
pero a los dos nos asaltó
una añoranza sin fondo
de la bestia».
Un libro que contradice a su autor:
No me fastidia
que haya amores que matan,
sino que no vuelvan luego
al lugar del crimen.
Este, ha vuelto. (*)
(*) Texto remitido por la editorial