Con varios premios a sus espaldas, la autora y profesora tinerfeña María Gutiérrez, o Puri para sus conocidos, publicó su último libro, Un estremecimiento me desarma. Chilajitos (Konkursbuch, 2016), en español y alemán. «Prosa poética, historias que escarban en los sentimientos y que narra con sobresaliente pulso en una página o dos», dijo de ella el crítico literario Eduardo García Rojas. Gutiérrez, jubilada, se ha dedicado a dar clases de lectura y escritura, así como diferentes talleres literarios. Fue también entrenadora de lucha canaria y se considera una mujer «muy pasional», que vive y disfruta la vida de forma intensa.
Tres claves de tu último trabajo
Mi último libro publicado es un conjunto de microrrelatos, ilustrado con fotos antiguas en blanco y negro, que contiene muchos de los textos del primero de mis libros. Fue editado en Alemania. Es representativo de mi quehacer literario, que tiende al mestizaje de géneros. Y no sé si lo consigo, pero la intención —y siempre digo en mis clases que debe haber conciencia en la escritura— es sugerir, sugestionar provocando evocaciones en los lectores. Escribir es un placer que me permite jugar, retar a la persona que lee a que descubra el sentido que encierra el texto. Es crear mundos y manipularlos, hacer lo que en la realidad no puedo: generar una ilusión, una ficción, mentir, matar a los personajes, salvarlos… crear universos verosímiles. Sentido y verosimilitud son imprescindibles.
¿Qué autor o autora te inspira?
Muchísimos, y no sé si mi inspiran, pero me fascinan. Leo mucha poesía, y estudio, me encanta analizar, desmenuzar los textos. En narrativa vuelvo con mucha frecuencia a Borges, Rulfo, García Márquez y a Víctor Ramírez; en los últimos años leo cada vez a más mujeres y me gustan muchísimo la mexicana Elena Poniatowska o Alice Munro, por nombrar a dos, y me voy encontrando excelentes poetas, narradoras y pensadoras, clásicas y contemporáneas, que me deslumbran y que es necesario que recuperemos y reconozcamos.
Un poema, una novela, un cuento
— Un poema: qué pena que tenga que elegir sólo un texto, porque, como me pasa con los autores, son muchos los que me emocionan y considero obras de arte. La Elegía a Ramón Sijé, de Miguel Hernández, irremediablemente, la impotencia, el dolor de la pérdida, el duelo, envueltos en ese conjunto de imágenes que estremecen.
— Una novela: Cien años de soledad es una que me abduce y que releo prácticamente cada año.
— Un cuento: uno extraño y loco de Borges, Tlön, Uqbar, Orbis, Tertius, lleno de elementos fantásticos.
Una obra de teatro, un guion cinematográfico
— Una obra de teatro: la adaptación teatral de Bernardo Sánchez de El verdugo, del guión de Berlanga y Azcona, una maravilla; y acabo de leer El cartógrafo, de Juan Mayorga, que se está representando ahora mismo en Madrid, una propuesta original que, en un juego de tiempos, invita a una reflexión sobre los espacios y la memoria, cómo miramos e interpretamos la realidad.
— Un guion: American Beauty, una película de Sam Mendes que es un despertar a la conciencia de ser, de estar vivo. Acabo de ver La forma del agua, de Guillermo del Toro, un cuento narrado con imágenes que es una maravilla. Y tengo que nombrar también La ley del deseo, de Almodóvar.
Proyectos
Muchos, muchísimos, yo misma me asombro cuando empiezo a nombrarlos: aparte de mis militancias, del aula de alfabetización y los talleres, trabajo en un proyecto muy interesante, Expresarnos para ser felices, de álbumes ilustrados que edita Bellaterra, para niños y jóvenes, con ilustradores e ilustradoras también jóvenes, sobre temáticas marginales, casi tabúes, que nos están proporcionando muchas satisfacciones; estoy armando un libro de poesía, escribiendo una novela, difundiendo mi último libro y Perdone que no me calle, una compilación de microrrelatos que realicé en 2017, denunciando las violencias de género, de 65 autoras canarias, editado por el Centro de la Cultura Popular Canaria… y corrigiendo cada día, escribiendo a salto de mata, cuentos, poemas, prólogos…
¿Qué personaje de DRAGARIA serías?
Un hobbit de La Comarca, comelón, con sentido del humor y gruñón a veces, buen conversador, que lee en el jardín tomando cerveza y fumando en su pipa, y que, de vez en cuando, vive aventuras fascinantes lejos de la Tierra Media.
María Gutiérrez (El Rosario, Tenerife, 1957) es maestra, escritora y activista poética. Es miembro del Colectivo Harimaguada, del grupo de lectura Atalanta y milita en distintas asociaciones de las Islas. Ha impartido múltiples cursos y talleres en Canarias y en el extranjero. Dirige el taller de lectura de la Librería de Mujeres de Canarias, así como el aula Aprender no tiene edad en El Tablero, y colabora con la Escuela de creación. Ha recibido, entre otras menciones y accésits literarios, los siguientes premios: Primer premio del I certamen de cuentos Sábor, 2015; primer premio del concurso de coplas Los Corazones de Tejina 2005; primer premio del III Certamen de Relatos Breves Mujeres, convocado por el Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife; y primer premio del I Certamen de Cartas de Amor del Círculo de Amistad XII de enero. Ha participado en numerosos encuentros y congresos en diferentes países y ciudades, siendo nombrada en 2012 Ciudadana ilustre de Vista Alegre, Neuquén (Argentina) y es Premio 8 de Marzo 2017 de Santa Cruz de Tenerife. Se formó con el niponólogo Vicente Haya en haiku, en Japón. Muchos de sus textos figuran en diferentes antologías y publicaciones. Libros suyos son Chilajitos (Cíclope, 2008), Con los pies empapados (Idea, 2011), Ellas tampoco saben por qué (Idea, 2013), Cinco Siete Cinco (2014), El rancho de Cris y La mochila rosa (Bellaterra, 2015) y Ein Zittern entwaffnet mich, versión bilingüe de Chilajitos, enriquecida con nuevos microrrelatos (Konkursbuch Verlag Claudia Gehrke, 2016). Compiló una antología de microrrelatos de 65 autoras canarias contra las violencias de género, Perdone que no me calle (CCPC, 2017).