Círculos

Fragmentos del poemario inédito 'Círculos'

José Miguel Junco

José Miguel Junco Ezquerra, poeta, profesor de inglés de enseñanza secundaria, actualmente jubilado, nace en Las Palmas, Gran Canaria, en 1951. Ha publicado 10 poemarios individuales: La mujer de lava (Ediciones de La Discreta. Madrid, 2016); Oasis (Ediciones Vitruvio. Madrid, 2014); Sonetos (Ediciones Nace. Canarias, 2014); Cierta forma del viento en los cabellos (Ediciones de La Discreta. Madrid, 2011); Países extranjeros (Ediciones de La Discreta. Madrid. 2004); Los días contados (Ediciones digitales menosletra. Las Palmas, 2002); El hombre de salitre y otros poemas (Huerga & Fierro. Madrid, 2000); Cambios de ritmo (edición del autor. Las Palmas, 1997); Hacer las paces (mención especial jurado premio internacional de poesía Tomás Morales 1992) (Ediciones Cabildo Insular de Las Palmas); Telegrama a una estrella (edición del autor. Las Palmas 1989).

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III

Mano a mano en el perfil más socorrido del sueño, en la esquina solidaria de una idea, en la oquedad de una boca trashumante, su hidalguía, sus marfiles afilados, su lugar para el asombro, sus bajeles.

Mano a mano en la extensión más plana de la memoria, en los pliegues atrofiados del
recuerdo, en las axilas, donde come el ruiseñor de tus más henchidos pechos, en el
borde visceral del grito que se pronuncia sin pronunciar con los ojos.

Mano a mano en la escollera donde yace un pensamiento de lluvias y de azahares,
donde acaso vio la luz después un gorrión ausente, boca arriba bajo tierra, bajo el peso
inexorable de los párpados.

Mano a mano se desdicen las respuestas no obtenidas, se pudren los filamentos del
rencor, se te hace nudo y asoman cuatro o cinco primaveras, tres flores ensangrentadas y
una brisa que quedó varada a medio camino.

Novia blanca en el erial alúmbrate hasta lo hondo, donde ejércitos de espigas aún te
siguen esperando, aún se sostienen en pie, aún transitan de este mundo parajes sin
explorar. Mano a mano los pronósticos se están partiendo la cara.

 

XVIII

No parece factible bajo un cielo estrellado abrazarse e ignorar la codicia que construye
los muros y destroza los cuerpos porque en ellos también está escrito tu nombre. Y esa
afrenta es tu afrenta, esa herida es la especie y la luz es de todos.

Ni parece factible  habitar los paréntesis, las onomatopeyas, los puntos suspensivos, con
los ojos cerrados y las manos alzadas inocentes al viento porque incluso en lo oscuro tu
tu silencio se oxida, se gangrena y expande esa pus por los poros.

Nos implica lo ajeno, la burbuja en que vives va a estallarte en la boca cuando al son de
la música te presientas a salvo del efecto del frío que se cuela en los huesos que también
te sostienen y se quedan absortos en lejanas orillas.

El origen fue impuro y por eso que impuras son también las palabras.

 

XXI

Los brazos que no encuentran el modo de cerrarse, los ojos que se escapan, la herida
que no logra cicatrizar, el viento.

Hubo una vez un sueño compartido. ¿Cómo era? ¿A cuántos albergaba? ¿A qué sabía?
¿Te acuerdas de las olas rompiéndose a pedazos? ¿Recuerdas el salitre?

Hubo una vez…Se oxida la memoria, se pierden las palabras, el rumbo, la conciencia…
¿Por dónde comenzar?  La lluvia, ¿lo recuerdas?, los árboles hambrientos, los pájaros
afónicos, los besos, la saliva.

 

XXIII

Tirando así del hilo, las rocas nos habitan, nos nutren, nos orientan. Hay peces
voladores y aulagas y el salitre grabado en el recuerdo.

Entrelazar las manos, subir a una montaña, ver las nubes, sentirnos y sentirte, temblar,
respirar hondo, resueltos, desafiantes.

No mirar hacia atrás, no darle opción al miedo, seguir, seguir, fuera del laberinto, todas
las direcciones, el tacto, abrir mucho los ojos.

Corre venas arriba la sangre, circula, sube a un barco. El mar, el horizonte. Seguir,
seguir… ¿Te acuerdas?

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