Felipe García Landín es licenciado en Filología Hispánica por la Universidad de La Laguna. Actualmente ejerce como profesor en la Escuela de Arte y Superior de Diseño de Gran Canaria. Ha participado y dirigido proyectos de innovación educativa relacionados con la lectura y la escritura. De vez en cuando comparte en la prensa algún comentario sobre escritores, libros y bibliotecas. Aparece como coautor en ‘Antología literaria, textos y comentarios’ (editorial Cam-PDS, 2011). Divulgador de la obra literaria de Pedro Lezcano, ha impartido conferencias y participado en diversos seminarios sobre el escritor. Autor del prólogo de ‘Romance de la paz condenada. El pescador’ (Consejería de Educación, Cultura y Deportes, 2003) y de la introducción y notas de ‘La ruleta del sur’ (Cabildo de Gran Canaria, 2016).
Quien haya conocido en vida a Pedro Lezcano sabe que era un conversador nato y un hacedor de historias, capaz de encontrarlas en los hechos más cotidianos de la vida o en lo que está oculto al ojo humano, como una bacteria o un átomo. Su charla —siempre distendida, afable, amena, emocional y seductora— transmitía sin pretenderlo una lección de vida pues con Lezcano todo giraba en torno a la existencia, se hablara sobre la cría de pájaros, las setas, la circulación sanguínea o sobre el significado del número π. Había emoción y pasión en todo lo que decía y hacía, y lo trasladaba a la crítica literaria, la conferencia, la crónica periodística, al artículo de opinión y por supuesto a la poesía, al teatro y a la narración.
Quien no haya tenido la suerte de haber conocido en vida al escritor puede hacerlo ahora, leyendo sus cuentos literarios en los que encontrará aquellos temas que preocupaban al escritor tales como la naturaleza, los animales, la ciencia, la filosofía, la isla, el mundo del trabajo, el campo, la ciudad. Sus narraciones van desde el realismo social a lo fantástico y extraordinario. Tiene lo fantástico que ver con la alegoría, pues es una forma de crítica a la realidad (La rebelión de los vegetales, Diario de una mosca, La máquina del tiempo, El enemigo del sueño) que a veces se convierte en parábola moral o filosófica. En el caso de Lezcano acostumbra a ser una crítica a los peligros del progreso, aunque los temas como la soledad, la incomunicación y las perturbaciones de la personalidad también están presentes en El enemigo del sueño, El adulterio, y La aventura. Nuestro autor crea ambientes y espacios en los que se desenvuelven personajes comunes obsesionados por sueños inalcanzables, por fantasías y miedos consustanciales al ser humano. Así, Taru, Los senos de Asunción y Las hermanas Bonet, que plantean temas como la fama y la inocencia, participan del didactismo propio de la fábula sin que falte una visión crítica sobre las convenciones sociales. La denuncia de una realidad injusta aparece en Los primeros zapatos de la cantadera, La Chabola y El Pescador, narraciones en las que los protagonistas están inmersos en una lucha diaria por sobrevivir con dignidad.
«Uno de los escritores más destacados de la narrativa canaria del siglo XX, aunque su obra poética no deje ver la calidad que posee como narrador»
Cuentos sin geografía y otras narraciones (1968) y La rebelión de los vegetales y Diario de una mosca (1994), constituyen propiamente toda su producción narrativa. Doce cuentos literarios que son doce argumentos de peso que demuestran que estamos ante un narrador de altura, que ya mereció en su momento la atención de la prestigiosa revista Ínsula y de Pérez Minik, quien apuntaba que sus relatos están impregnados de un alto contenido humano y «escritos con la seguridad literaria de quien apunta maneras de futuro novelista». Tal es la fuerza de sus narraciones que lo convierten sin duda en uno de los escritores más destacados de la narrativa canaria del siglo XX, aunque su obra poética no deje ver la calidad que posee como narrador.
Lezcano no dejará de escribir en prosa hasta sus últimos días: conferencias, necrológicas, pregones, prólogos, críticas culturales… lo que constituye no sólo una fuente de información sobre diversos temas sino también una combinación magistral de realismo y ficción. En muchos de estos textos intercala a veces pequeñas reflexiones, anécdotas o historias imaginadas que le sirven de complemento a sus argumentaciones y que le dan un sentido didáctico a la manera de los apólogos. Algunas de estas historias constituyen cuentos autónomos como El canario que se hizo de oro, o se asemejan al microrrelato, como Ejecutivos o La mosca saharaui. Ciertamente, los cuentos lezcanianos configuran un mundo, con dosis de fantasía pero también poblado de estampas realistas, que nos ofrece una reflexión sobre aquellos elementos que definen al ser humano en su relación con el otro y con la colectividad. La obra narrativa de Pedro Lezcano es, con toda certeza, de una gran calidad estética que merece, cuando menos, el mismo reconocimiento que su obra poética. Parafraseando al escritor podemos afirmar que en estas narraciones, que son «el contenedor de nuestra historia, está todo lo que hemos sido y lo que somos». Disfruten.