Pino Ojeda, imprescindible

Covadonga García Fierro

Covadonga García Fierro (Tenerife 1992) es graduada en Lengua y Literatura, máster en Teoría e Historia del Arte y Gestión Cultural. Ha recibido los premios de poesía Dulce María Loynaz (2013), Yolanda Sáenz de Tejada (2014) y Bohemia Pulido Salazar (2015). También obtuvo el premio de investigación histórica Antonio Rumeu de Armas (2016). Actualmente realiza una tesis doctoral de la figura de Pino Ojeda, y colabora con la revista Fogal en la modalidad de ensayo. Es autora del libro de poemas ‘Almario’ (Ediciones La Palma, Madrid, 2015). Actualmente es correctora en el Parlamento de Canarias. En 2018 coordina la publicación ‘Pino Ojeda: te busqué por los sueños’, revista crítica editada por el Gobierno de Canarias con motivo del Día de las Letras Canarias.

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En ocasiones, tristemente, encontramos un discurso falaz sobre las causas por las que se reivindica a determinadas escritoras. Se dice: «Eran menos brillantes que sus compañeros generacionales varones, pero hay que reivindicarlas por su esfuerzo, por su trabajo; porque, aunque no fueron sobresalientes, con los obstáculos que superaron, bastante hicieron como para, al menos, nombrarlas».

Digo que este es un discurso falaz porque, por un lado, es cierto que tuvieron que esforzarse el doble o el triple y soportar la humillación constante de una sociedad profundamente machista. Pero, por otro lado, no es verdad que lo único que deba valorarse sea el esfuerzo, el trabajo, el tesón. En ocasiones, se descubre el trabajo de autoras que superaron en calidad, en resultados, a sus compañeros generacionales. Por tanto, el discurso no debe teñirse de un sentimiento de condescendencia, como si se hiciera un reconocimiento a medias. Debe impregnarse de un reconocimiento total y sincero, y de un deseo auténtico de valorar las obras con la misma vara de medir.

Con Pino Ojeda, me he encontrado a expertos del arte y de la literatura que siempre la han conocido, incluso llegaron a conocerla en persona, pero nunca se han detenido a leer sus libros o a contemplar sus cuadros. ¿Por qué ocurre esto? Precisamente porque dan por hecho de antemano que, por ser mujer, sus obras no serán tan buenas. «Claro que sé quién es Pino Ojeda; claro que es pintora y poeta», te dicen. Pero si comisarian una exposición sobre pintura o poesía en Canarias, no la encontramos, igual que no encontramos a muchas otras. Porque no la han leído y, por tanto, ignoran qué conceptos, motivos y temas ha cultivado; desconocen que hablaba sobre el cuerpo y los sueños; no saben que pintaba paisajes compuestos de lava, fuego y océanos. Así que no la pueden incluir.

A eso me refiero cuando hablo de que en ese discurso de algunos expertos hay condescendencia. Se reconoce que escribe y que pinta, pero no hay un interés real, fáctico, de sumergirse en su mundo. Se le concede el beneficio de la duda, pero no un reconocimiento total y sincero a su impresionante trabajo. Y es ahí donde las instituciones deben trabajar.

«Pino Ojeda es una escritora imprescindible de la literatura española. Lo demostró con creces con una trayectoria literaria intachable, meritoria de los más distinguidos galardones a nivel nacional»

Pino Ojeda es una escritora imprescindible de la literatura española. Lo demostró con creces con una trayectoria literaria intachable, meritoria de los más distinguidos galardones a nivel nacional. Cultivó todos los géneros, ganándose el respeto y la admiración de sus compañeros (hombres y mujeres) de generación. Y llegó a exponer sus cuadros en países como Alemania, Italia, Suiza, Suecia o Estados Unidos. Viajaba sola, con sus lienzos, como cualquier mujer moderna del siglo XXI, en una década en la que en España una mujer no podía legalmente ni abrir una cuenta bancaria o consultar la biblioteca de su casa sin el permiso de su marido. Fue una adelantada a su tiempo, y los resultados de sus obras no son «simplemente notables»; insisto: es una autora de calidad extraordinaria. Así que merece todo nuestro respeto, y que los expertos en arte y literatura que no se hayan sumergido aún en su mundo creativo tengan una actitud más humilde, que acepten que aún pueden aprender algo, asumir que no lo saben todo, y que se equivocaron si alguna vez pensaron que determinadas autoras no habían hecho contribuciones esenciales a nuestra tradición literaria y pictórica.

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