La nada de las mujeres

Yaiza Afonso Higuera

Yaiza Afonso Higuera (Santa Cruz de Tenerife, 1976) comienza a escribir relatos de pequeña en la biblioteca de su padre y recibe el II Premio de Poesía del Instituto Poeta Viana. Estudia Pedagogía en la Universidad de La Laguna y se dedica al mundo de lo social haciéndose experta en temas de género y discapacidad e involucrándose en diferentes movimientos sociales. A partir de 2008 empieza a colaborar en el periódico ‘La Opinión de Tenerife’ en las secciones de ‘Cultura’ y ‘Opinión’. Eso la anima a inscribirse en la Escuela Canaria de Creación Literaria. En 2013 se involucra en el proyecto Santa Cruz Diversa, realizando entrevistas a migrantes que dieron como resultado la revista ‘Miradas’. Después se integra en el equipo de columnistas del semanario crítico Tamaimos.com. En 2016 publica su primer libro, ‘Hupalupa. Memoria desde tus vivos’, contando con diferentes personas del mundo de la escritura como Isabel Medina, Rafael-José Díaz, Eduardo García Rojas, Juan García Luján, Fermín Higuera o Rogelio Botanz en las distintas presentaciones. El libro es premiado en diciembre de 2016 como Mejor Edición Canaria del Año en el Festival Internacional Literario Tres Orillas.

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Somos nada más casualidad.

Así nacemos.

Dicen que el infinito estaba vacío antes de estallar y crearse las piedras, estrellas, satélites y planetas. Cuentan también que la tierra se situó a 149,6 millones de kilómetros de un sol que permitió que organismos minúsculos surgieran del agua, para transformarse en peces, anfibios, reptiles, monos, humanos… Ya lo sé, es un poco escueto este mini resumen de los millones de años de evolución.

Pero quiero llegar a cómo seguimos siendo la nada más un fisco de casualidad. La creación sigue conteniendo brotes de magia a pesar de que podamos propiciarla a través de inseminaciones artificiales o fecundaciones in vitro. Porque los espermatozoides siguen compitiendo hasta llegar a la meta, porque la mezcla de los que se quedan producen la vida de seres irrepetibles.

Mi madre siempre me cuenta cuando se quedó embarazada de mí, pero nunca pudo imaginar el resultado hasta que me tuvo en brazos. Así de sorprendidas es como se sienten millones de madres en el mundo al parir.

Por eso, no se puede calcular cuando va a nacer una mujer que se pueda convertir en parte de esta historia terrestre. Qué difícil destacar siendo mujer. Estoy viendo la serie mejicana sobre la vida de Juana Inés de la Cruz y me siento totalmente cautivada por una mujer que le propuso a su madre vestirse de hombre para poder estudiar en la universidad en pleno siglo XVI. Una adolescente que tomó los hábitos como la única salida para dedicarse a lo que le fascinaba, estudiar y escribir, una mujer que es historia a pesar de las persecuciones.

«¿En perseguirme, mundo, qué interesas?
¿En qué te ofendo, cuando sólo intento
poner bellezas en mi entendimiento
y no mi entendimiento en las bellezas?».

« Ese era el único y contradictorio camino de llegar a la luz de los libros, de mancharse los dedos de tinta tras sus poemas y cartas»

Juana Inés de no ser nada, llego a ser todo. En una tierra de hombres donde las mujeres tenían como meta ser sus esposas, Juana Inés solo poseía un modo de llegar a los libros, haciéndose monja de clausura. Encerrarse para liberarse, cortarse el pelo para abrir su mente, cubrirse el cuerpo completo para desnudarse… Ese era el único y contradictorio camino de llegar a la luz de los libros, de mancharse los dedos de tinta tras sus poemas y cartas, de aprender a amar lo prohibido desde el más absoluto encierro.

¿Cuántas Juanas no conocemos? ¿Cuántas se habrán quedado en el abismo?

La evolución continúa, hay estrellas que desaparecen fugaces en el universo a las que pedimos deseos y otras, que simplemente se quedan grabadas en el cielo, que brillan a pesar de lo difícil que es pervivir en este mundo de desigualdades. Juana Inés lo consiguió, pero hay demasiadas mujeres en el mundo que se han quedado en la nada, demasiados poemas inacabados que son también parte de nuestra historia.

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