Samir Delgado (Las Palmas de Gran Canaria, 1978) ES licenciado en Filosofía por la Universidad de La Laguna y en Maestría de Investigación en Prácticas Artísticas y Visuales por la Universidad de Castilla-La Mancha. Fue becario de las Colecciones y Archivos de Arte Contemporáneo de la Facultad de Bellas Artes de Cuenca, así como diploma en Archivística y Biblioteconomía del Gobierno de Canarias. Como autor ha escritor numerosas obras ensayísticas y poéticas, entre las que destacan ‘Banana Split’ (XXIV Premio de Poesía Emeterio Gutiérrez Albelo, 2010), ‘Galaxia Westerdahl’ (Premio Internacional de Poesía Luis Feria de la Universidad de La Laguna, 2014) y la colección de cuentos ‘Los jardines imposibles’ (premio Milenio del Reino de Granada, Fundación Andalusí, 2013).
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El verano es una estación perfecta para la lectura de poesía, las Islas han formado parte de ese ideal en el que paisaje y cultura estrechan su vínculo hasta convertirse en una misma cosa, el poema. Muchos escritores han sido viajeros durante su vida y no pocas veces nuestras islas fueron el puerto de destino de muchos poetas que vieron en su luz atlántica una suculenta oportunidad para la contemplación de un espacio predilecto, paradisíaco, promisorio.
Se cuenta que los poetas románticos ingleses fundaron el paisaje y en la historia de las Islas hay muchos poetas que han brindado una visión particular de sus esencias. No hay que olvidar que la propia historia fundacional de las Islas comenzó a través de la poesía y que también muchas verdades sobre las Islas en la actualidad siguen llegando precisamente a través del testimonio de poetas insulares y extranjeros que participan a su manera de una deriva histórica repleta de huellas, signos y estelas.
Hay una tradición propiamente poética sobre las Islas y uno de los episodios más recientes se encuentra en estos dos poemas prácticamente desconocidos en Canarias de la escritora canadiense Nicole Brossard. Nacida en 1943 en Montreal, esta poeta francófona de reconocida trayectoria forma parte de la oleada de autores vinculados a la poesía contemporánea de Quebec, un territorio con alrededor de un millón y medio de metros cuadrados y con más de siete millones de habitantes que constituyen en América un reducto singular de la francofonía.
Los poemas canarios de Nicole Brossard están fechados a finales de 2002, están incluidos en su libro Je m’en vais à Trieste, traducido por Camino a Trieste de la mano de la mexicana Silvia Pratt que hace su versión al español en 2005 para la publicación del libro a cargo del sello Mantis editores en colaboración con la Universidad de Nuevo León ese mismo año. La escritora anduvo por Gran Canaria y Tenerife como una turista más, y ambos poemas están configurados como una escala insular del viaje a través de la escritura que la poeta realiza a innumerables destinos tan exuberantes como sorpresivos que hacen del libro una guía poética sobre la percepción del espacio urbano en tiempos posmodernos.
«En sus páginas pueden encontrarse anotaciones líricas, casi a vuelapluma, sobre las ciudades que constituyen su itinerario personal con una densidad vertiginosa»
En sus páginas pueden encontrarse anotaciones líricas, casi a vuelapluma, sobre las ciudades que constituyen su itinerario personal con una densidad vertiginosa, como bocanadas de aire o ramalazos de conciencia, que translucen con una sintaxis innovadora una mirada poética sobre el latido de cada lugar, desde Nueva York a Kyoto, Ljubljana y Toronto, Atenas, Dublín, Líbano o Salzburgo y hasta se puede encontrar un poema sobre el techo del Círculo de Bellas Artes de Madrid, pasando por Sevilla, Barcelona o Aranjuez.
Durante su estadía en las Islas, la mirada de la autora Nicole Brossard muestra un tono reflexivo y confidente que persevera en la línea de flotación de este bello poemario con destino a Trieste, la ciudad del Castillo de Duino, el lugar fatídico donde murió Joaquim Winckelmann y a la que dedica su atención buena parte de la prosa de Claudio Magris. En este caso, la poeta canadiense alcanza Trieste en el verano de 2003, no sin antes pasear por las ramblas de Santa Cruz de Tenerife con rumbo al mítico Café Príncipe, eran las 14:45 horas del 18 de diciembre de 2002:
Café Príncipe
palmeras nocturnas el corazón inventa
habrá hecho falta palabras y silencio
ideas de civilización soberbia necesidad
habrá hecho falta la lluvia
el fondo suave de la noche
casas aquí y allá como tartamudeos
frente al mar el alma horadada del poema
Junto al primer poema, el otro texto canario también pertenece a la serie del 2002, Las Palmas de Gran Canaria parece uno de los puntos de inflexión del viaje que la escritora realizó ese mismo año a lugares como París, Barcelona, Morelia, San Francisco, Beirut o el Lago Bohinj en Eslovenia. El ojo penetrante de la escritora revela en cada página un compás de silencio introspectivo, de breve lapsus escritural que parece irrumpir como un fogonazo de palabras que tiene un comienzo repentino y su final necesario, breve y perspicaz desde el instante iluminador del poema. Considerada como una de las voces del panorama feminista y lesbiano de la literatura canadiense, Nicole Brossard prosiguió su estancia navideña de principios de siglo en la ciudad atlántica de Las Palmas de Gran Canaria y regaló este otro poema a la posteridad que se suma a muchos otros textos de trascendencia literaria sobre la ciudad capitalina que vio nacer a Benito Pérez Galdós:
Las Palmas de Gran Canaria
cuando el planeta tiembla, quiere
saber todo acerca del corazón y del dolor
de las datileras, de los dragos
de la negra ceniza de los volcanes. Es cuando
el planeta quiere
que yo entrelace lo mejor posible
las palabras raras: nombre de mujer guanche
laurel de las Indias procedente de Cuba
pulpo de Galicia
en ese instante es cuando enhebro
la muerte y sus listones
un poco de Occidente nada de melancolía
Más allá del tópico, del souvenir y de los lugares comunes de un imaginario sobre las islas que ha quedado preso de la publicidad de los turoperadores y la política neoliberal de gobiernos autonómicos que han capitalizado con fines especulativos el paisaje de las islas bajo el mercado del turismo de masas hace más de 50 años, los poemas de muchos escritores contemporáneos han brindado un reducto de crítica certera y de resistencia lírica que superan los embates del silencio atroz que genera sobre la cultura el turbocapitalismo de los hoteles y mantienen vigente el paradigma de las Islas como lugares de recreación universal.
Estos dos poemas de Nicole Brossard se suman a la lista de coetáneos suyos en lengua francesa como Michel Houellebecq, que también dedicó poemas a la isla de Lanzarote en otro verano que repite hasta hoy la ecuación simbólica del encuentro fugaz entre la isla y el poeta, una tradición literaria que evidencia el vínculo fértil de Canarias y la poesía, de la poesía canaria en la que también participan autores foráneos, sin más fronteras que las del idioma y una temática común que hace de la insularidad una experiencia esencial sobre la conciencia de la finitud de la existencia humana y la inmensidad de la naturaleza a través del horizonte atlántico.