Rodrigo García Marina (1996, Madrid). Estudió viola en el Conservatorio Profesional de Música de Las Palmas de Gran Canaria. Actualmente cursa el Grado en Medicina en la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria (ULPGC) y el Gradro en Filosofía en la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED). Ha publicado ‘La caricia de las amapolas’ , premio Saulo Torón 2015, y ‘Aureus’ (Bandaàparte), premio Irrenconciliables 2017.
«Como un dios entre los hombres» (Carta a Meneceo, Epicuro)
Si me dices: toma una escoba
hago de mis manos el lecho de todas las mujeres
que he visto barrer, no me avergüenzo,
limpio las escamas de los peces
a fin de encontrar sobre tu carne desnuda
las efélides que recorren el inmenso cielo
marco con luz los calendarios
pido trabajo
por el frío
por papá y por mamá
el espejo me devuelve la imagen de lo odiado
los maltratadores coinciden —en contenido— con algunos terapeutas:
deberías perder peso, no hace falta que vayas al gimnasio
no quiero un cuerpo del gimnasio, quiero que dejes de comer.
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Todas las tareas asignadas para realizar con guantes
son mi fuerte,
ayudar en quirófano (*)
limpiar un baño
ganar una guerra de bolas de nieve
arrancar los hierbajos
limpiar un baño como quien limpia la huerta
nuestros códigos no son los códigos de nuestras abuelas
aún así
nuestras manos nos devuelven las preguntas
sin respuesta alguna
(*) Nota de autor: eres el mejor de los Rodrigos que corta, el otro día apareció un estudiante, Santiago, ¡lo hacía fatal! también tuvimos que desvestir a la de sexto, se tocó la nariz. Gracias viola, música clásica: por esta patológica insatisfacción y por los dedos precisos.
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los hierbajos son más considerados que los maltratadores
dan dos días de tregua
no envían whastapps
crecen cerca de las frutas favoritas
así los nísperos de junio
así las moras de agosto
así las peras de octubre
permiten la dulzura
al sudor sobre la carne espesa
no les resulta humillante las labores,
viven al margen del sexo que se cobra con violencia
los hierbajos no utilizan la carne como molde
por eso la atraviesan con sus púas
jamás tratan de adaptarla para su propio interés.
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peor que algunos maltratadores (*)
creo, es llorar en tu cuarto porque tienes frío
el vaho se adelanta a la palabra
queda contiguo a la espiración
Para superar este frágil compromiso termodinámico
quisiera acelerar las partículas
quisiera limpiaros el cuerpo
pasar la esponja por cada pliegue
atizar vuestro pelo
secaros las pantorrillas
no preguntar ningún nombre.
Un mundo que condena el acto de la limpieza
y los cuidados fundamentales, un mundo
donde todavía queda algo por aprender.
(*) Algunos, no todos. Otros son el mayor de los fríos, el verdadero terror, la parálisis, la muerte: huya.