Mi próximo destino

Martina Villar

Martina Villar (Las Palmas de Gran Canaria, 1964), es escritora, creativa y artesana. Sus primeros artículos publicados aparecen en 1986 en ‘Canarias7′, con textos dedicados a los artistas Jesús Arencibia y Néstor de La Torre. En 1988 publica en el hoy desaparecido ‘Ciudad de Canarias’. Entre 2010 y 2016 publica en Beginbook Ediciones los títulos ‘¡Ábreme y te muerdo!’, ‘Entre monstruos y dinosaurios’, ‘Folía, Agua y Flamenco’ y ‘Más allá de sus vestiduras’. En Mercurio editorial ha publicado ‘La calle de los conejos’ (2017) y ‘Caperucita, lobos y pastillas’ (2018). Finalista y seleccionada en distintos concursos literarios, ha participado en variados actos y exposiciones. En la actualidad imparte talleres atópicos. Conjuga la literatura con la plástica.

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Esta mañana, mientras desayunaba con mi hermana Elsa, me llené de coraje y, sin más artificios, le he confesado mi inminente proyecto a sabiendas de que tampoco le agradaría esta nueva determinación. Soy consciente de que ninguno de mis planes la seducirá y más cuando los hechos horrendos cimentan el irrefutable miedo. Sin embargo, y sintiéndolo mucho, especialmente por ese estado ansioso que le provoca cada una de mis salidas, en esta ocasión no recularé. ¡Que puedo comprender su preocupación!… ¡Evidentemente!

Como pólvora viva y violenta, unos específicos hombres, cargados de cerebros altamente tóxicos y criminales, agreden y asesinan a mujeres no solo en el seno de la pareja, sino en plazas, atajos, portales o cuando deciden viajar en solitario. Por tanto, no solo no es baladí la inquietud de mi hermana, sino que estos motivos fácticos e incluso normalizados ya provocaron hace algunos años que cancelase mi viaje a la legendaria Persia, el sueño de mi vida, el que realizó Marco Polo hace ahorita setecientos cincuenta años.

Esta mañana, a la par que Elsa apartaba su taza vacía y planchaba con sus manos un triángulo sobre su servilleta de tela, yo levantaba un hatillo de cuento con el mantel del desayuno, el mismo bulto que porta la cigüeña en su pico y envuelve un maravilloso bebé. Y así, antes de que mi hermana abandonase su sitio, extendí el mapa y le señalé mi próximo destino; Calambur, ese paisaje prolífico donde también yace Excálibur, la maravillosa y lúcida espada del rey Arturo.

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