A propósito de ‘Anturios en el salón’

Ricardo J. Pérez

Ricardo J. Pérez García, alias ‘Riforfo Rex’ (Las Palmas de Gran Canaria, 1963) desarrolla su faceta literaria principalmente en dos blogs: Sufro de Sueño (Blogger,2007), donde da rienda suelta a su creatividad literaria y emocional; y Literatura en Canarias (Blogger, 2015), en el que habla de los eventos culturales, en particular relacionados con la literatura, a los que va asistiendo. Junto al grupo de Papirómanos ha publicado dos volúmenes conjuntos: ‘Papiromanía’ (Anroart, Las Palmas de GC, 2013) y ‘Proesías’ (Mercurio, Las Palmas, 2014). En solitario ha publicado ‘El cazador de mariposas’ (Niram-Art, Madrid, 2014) y ‘Inventos y mixtificciones de Riforfo Rex’ (Mercurio, Las Palmas, 2016).

Blogen DRAGARIA

 

En su presentación, Juan Ramón Tramunt habla de la debilidad de la situación actual, y siempre, de Canarias en muchos aspectos. Por ejemplo, en abastecimiento, nuestra completa dependencia del exterior; en lo que respecta a ecosistema, la posible superpoblación y la destrucción del paisaje a causa de una sobre explotación turística. Pero también tenemos la debilidad de estar frente al continente africano, frente a un país como Marruecos con un régimen de dudosa factura democrática, a su vez débil frente a las presiones del capital.

'Anturios en el salón', de Juan Ramón Tramunt

La novela le ha servido, a mi juicio, para poder expresar estas sus preocupaciones, que en el relato están representadas por una amenaza concreta. Una central nuclear en Agadir ha sido saboteada por unos terroristas. La explosión pone en riesgo de radioactividad a las islas orientales del Archipiélago, que son evacuadas obligatoriamente. Las islas occidentales también son evacuadas, pero voluntariamente. Todo el territorio es situado bajo un mando y ordenamiento militar. Lanzarote y Fuerteventura son inabordables. Gran Canaria está también completamente deshabitada, salvo por un contingente de soldados acantonados en La Naval, con un puesto de control en Gando. Además, se sospecha que existe un asentamiento de reclusos huidos durante la evacuación en la zona de Gáldar, Guía, Agaete o quizá La Aldea (al otro lado de la isla, lo más lejos posible de los militares). Se dice que son peligrosos, pero los militares no se preocupan de buscarlos mientras no den problemas.

Sin embargo, el desarrollo de la novela ya no aborda la castástrofe ambiental, sino, muy por el contrario, algo así como la recuperación del estado idílico, primigenio de las Islas, de la isla de Gran Canaria, en los tiempos anteriores a la ocupación hispana.

«Está flotando en toda la novela la idea de ‘Robinson Crusoe’»

El personaje ha conseguido que le dejen regresar a su casa, en Agüimes, casi como un favor, esgrimiendo una falsa enfermedad terminal. No tiene parientes y además, antes de marcharse habían enterrado a una hija, lo que parece ser una motivación sentimental para regresar, aparte el dolor de estar alejado del hogar y haberse quedado solo tras la muerte de la esposa. Se le permite el regreso pero a propio riesgo, sin ningún apoyo de la base militar.

Las ideas del personaje con respecto a cómo será su vida en la isla tienen un cierto aire de romanticismo. Está flotando en toda la novela la idea de Robinson Crusoe. Un hombre solo en un paraje deshabitado que aprovecha con inteligencia los recursos que le ofrece la naturaleza para sobrevivir. Solo que este personaje tiene la ventaja de que dispone de una vivienda con todas las comodidades posibles (a excepción de fuentes energéticas, por lo que ha de volver al fuego primigenio) y campos cultivados que, pese al abandono tras cinco años, aún conservan los árboles frutales. También dispone de una fauna y pesca con cierta abundancia, lo que le facilita la actividad de obtener piezas. El personaje procura sobrevivir sin irrumpir en las viviendas que, pese a estar deshabitadas, han sido precintadas en la esperanza de que los evacuados encuentren sus hogares tal y como los obligaron a abandonarlo.

«Hay en estos personajes una absoluta desconfianza hacia el semejante. Un miedo y un rechazo»

El personaje no está solo. Después de una primera parte centrada en los actos cotidianos de supervivencia, que esencialmente consisten en un proceso de recolección —nuestro personaje es recolector, y cazador-pescador, reviviendo la vida que pudieron llevar nuestros antepasados en las Islas, antes de la llegada de los conquistadores—, empiezan a aparecer nuevos personajes. Se supone que tras la evacuación quedaron emboscados algunos que se resistieron a ser desalojados. Por un lado, un grupo de presos escapados en la confusión del momento, y, por otro, simples ciudadanos que se ocultaron eludiendo la obligatoriedad de marchar. Esto introduce tensión en la narración.

Es curioso que la historia narrada durante la primera parte resulta en cierta manera idílica. El personaje resalta este hecho constantemente, aquella forma de vivir, como la de nuestros antepasados, dura, por lo que tiene de depender del trabajo del día a día, pero con sus compensaciones cuando consigues subvenir todas tus necesidades básicas, se ajusta a la idea romántica con la que partió rumbo a la isla tras el largo exilio. En cuanto aparece el primer ser humano, aparece la sensación de inseguridad, de peligro, o como mínimo de desconfianza. El primer encuentro con un ser humano, un africano que escapó de la cárcel junto con otros presos en el momento de la confusión durante la evacuación, significa el primer contratiempo grave que se opone a esa vida, solitaria, pero satisfactoria que el personaje preveía. Posteriores encuentros con otros emboscados tampoco son exactamente amistosos. Hay en estos personajes una absoluta desconfianza hacia el semejante. Un miedo y un rechazo, en parte, debido a su condición de ilegales, pero también debido a su condición de seres humanos potencialmente peligrosos por competidores por obtener los recursos de supervivencia, aunque estos sobren.

«El único auténtico peligro es aquella jauría de perros asalvajados»

El único auténtico peligro al que se enfrenta nuestro personaje es aquella jauría de perros asalvajados. Ese peligro es un peligro real, exacto y preciso, al que el personaje, después de eludirlo en lo posible durante un tiempo, decide enfrentarse de una manera definitiva. Sin embargo, el peligro que representa el que haya otros seres humanos por los alrededores, no parece un peligro tan preciso, tan ubicable y solucionable con un simple enfrentamiento. Y por esa razón resulta más inquietante, y enturbia completamente ese estado en cierto modo paradisíaco de soledad y supervivencia que el personaje había imaginado.

Sí, Robinson Crusoe es la historia que flota detrás de esta narración. En aquel primer encuentro con el africano ya sale a relucir, cuando el personaje se permite el único guiño jocoso de toda la novela, llamándolo Viernes, en un gesto de desesperación ante el mutismo de aquel. Más tarde, el africano (tiene nombre, pero no lo recuerdo) le devuelve el guiño nombrándolo Robinson, más bien para demostrarle su conocimiento de la referencia. En Robinson también ocurre esta situación, tras un periodo idílico de El-Hombre-Solo enfrentándose con la naturaleza, aparecen los seres humanos, en forma de caníbales, que rompen esta magia de supervivencia romántica, por así llamarla.

«esta novela lo que muestra es una desilusión o la quiebra de ese mito del hogar»

Tras los primeros contactos con los otros supervivientes, el personaje de alguna manera cambia. Siente el deseo de encontrar a los otros que están en su misma condición. Darse a conocer, ayudarles y ayudarse de ellos, formar sociedad, en resumen. Pero no es posible, y esto se evidencia en un encontronazo con los militares. El personaje, único que vive en la isla con su permiso, pues el resto de superviviente permanece ilegalmente y si son atrapados serían inmediatamente expulsados, siente que este permiso, esta tolerancia para con él de los militares, evidentemente a desgana, contradice el hecho de que él está viviendo en su hogar. Un hogar en el que se vive con permiso de otro es menos hogar, adquiere un peso de fondo de provisionalidad y sobre todo de dependencia. Vivo mientras se me permita vivir.  Así, la novela concluye con la huida del personaje una vez que ha conseguido deshacerse, de alguna forma, de esa falsa sensación de hogar. El personaje comprende que esa necesidad de volver a casa no era más que una forma de conjurar la soledad en la que se había quedado. Tal vez este regreso y experiencia de supervivencia le ha servido para comprender los valores de la vida en sí misma sin atarlo a dependencias, sean emocionales, sean terrenales. Y sobre todo, a despertarse al hecho de que una vida consentida nunca puede llegar a ser una vida propia. Creo que por eso huye.

En resumen, a mi juicio esta novela lo que muestra es una desilusión o la quiebra de ese mito del hogar, cuando se pretende identificar ese hogar con un lugar y no con lo que realmente es, un paraje mental, que nunca podrá resituarse o reimplantarse en una situación geográfica una vez que uno ha sido desplazado. La evolución del personaje es, a mi juicio, desde un estado de individualismo y casi de misantropía hacia la búsqueda de ese hogar que ha perdido, lo que le lleva a un estado de fraternidad o de retorno al ambiente social, pero no bajo cualquier condición, no bajo tolerancia.

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