La era fotolog, blog, Twitter, Facebook, Instagram, Youtube y un largo e imparable etcétera nos ha traído una nueva forma de crear, una nueva forma de hacer literatura y, sobre todo, una revolución en la poesía contemporánea. Ante los corsés de las formas clásicas, las rimas, la métrica, aparece también una forma distinta de concebir la poesía. Esta se rejuvenece como un género global, que deja de ser exclusivo y excluyente para llegar a un público masivo y hasta romper clichés. La polivalencia y frescura de los jóvenes poetas, el respeto por los grandes autores y sus obras, sin miedo a actualizarlos, y la atracción por las nuevas tecnologías lo hacen posible. Y es en ese contexto de las nuevas tecnologías en el que surgen jóvenes poetas, adolescentes, quizá posibles escritores en un futuro no muy lejano. Menores de 25 años que triunfan con sus blogs, que escriben en revistas literarias o prensa digital. Que expanden sus ideas de forma global porque no hay fronteras en el mudo digital. Jóvenes poetas, navegantes de narrativa que devoran libros, autores de su generación, clásicos, y todo lo que les interese; que salen y se divierten y, además, compaginan su vida de estudiantes o su incipiente mundo laboral con la escritura.
Jóvenes sobradamente preparados que hacen su incursión en el mundo de la literatura, adolescentes que pueden llegar a ser escritores y que hoy en día se preparan, son críticos y se exigen aún más preparación de la que puedan ofrecer. Deambulan por las redes y dominan las nuevas tecnologías, pero son conscientes de que son una herramienta y no un fin. Para este reportaje hemos indagado en las redes de Canarias y hemos entrevistado a trece jóvenes que despuntan. La franja de edad elegida para reflejar el crecimiento del interés por esta faceta cultural va desde los 17 años recién cumplidos hasta los 25.
Trece rostros
Aida González Rossi (Santa Cruz de Tenerife, 1995). Acaba de terminar su formación en Periodismo y se encuentra preparando su primer poemario. Algunas voces dicen de ella que es de lo mejorcito que despunta en el panorama insular. Entre ellas. la de Ernesto Suárez, que afirma que se trata de «una poeta de una escritura abierta, brillante y sin complejos».
Andrea Abreu López (Icod de los Vinos, 1995). Autora del fanzine Primavera que sangra (2017) y del libro Mujer sin párpados (Versátiles Editorial, 2017), es estudiante de último curso de periodismo.
Ainhoa Navarro Kühn (Las Palmas de Gran Canaria, 2001). Escribe bajo el seudónimo de inmortxl desde hace casi tres años. Es la benjamina de este reportaje. Se presentó al certamen de relatos cortos Jóvenes Talentos, de Coca Cola, y llegó hasta la final estatal. «No gané, pero tuve un premio distinto: accedí a una semana de clases magistrales de todo tipo de escritura, desde teatro hasta poesía, con autores increíbles de cada género», señala.
Beatriz Dominique Morales Fernández (Las Palmas de Gran Canaria, 1995). Graduada en Lengua Española y Literaturas Hispánicas, su trabajo de Fin de Grado llevó por título La ciudad literaria de Alonso Quesada, centrado en la idiosincrasia isleña. Escribe en revistas digitales, pertenece a diversos grupos literarios y ha colaborado en el libro de relatos Ámbitos de micro-ficción. Pertenece al grupo Palma y Retama.
Covadonga García Fierro (Oviedo, 1992) Vive en Tenerife. Graduada en Lengua y Literatura, máster en Teoría e Historia del Arte y Gestión Cultural. Ha recibido los premios de poesía Dulce María Loynaz (2013), Yolanda Sáenz de Tejada (2014) y Bohemia Pulido Salazar (2015). También obtuvo el premio de investigación histórica Antonio Rumeu de Armas (2016). Actualmente realiza una tesis doctoral de la figura de Pino Ojeda y colabora con la revista Fogal en la modalidad de ensayo. Es autora del libro de poemas Almario (Ediciones La Palma, Madrid, 2015). Actualmente es correctora en el Parlamento de Canarias.
Echedey Medina Déniz (Moya, 1994). Tras una breve incursión en la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria (ULPGC) por el Grado de Historia, se pasó al de Lengua Española y Literaturas Hispánicas. «Desde mis primeros libros infantiles y cómics de Astérix y Obélix y Mortadelo y Filemón, me asustó la sospecha de que la literatura iba a ser el miedo y el amor de mi vida. Fue en la secundaria cuando descubrí los placeres de la literatura, la poesía y la novela», asegura. Pertenece al grupo Palma y Retama.
Jorge Cáceres Hernández (Las Palmas de Gran Canaria, 1990). Vive en Arrecife, Lanzarote. Estudiante de Lengua Española y Literatura, trabaja como consultor de ventas y tiene dos libros a sus espaldas. Ha publicado los libros Tras la quinta esencia y En tiempo de tormentas.
Kevin Afonso Gonzálvez (Arucas, 1994). Estudia Lengua Española y Literaturas Hispánicas en la ULPGC. Pertenece al grupo Palma y Retama.
Rodrigo García Marina (Madrid, 1996) Estudió viola en el Conservatorio Profesional de Música de Las Palmas de Gran Canaria. Ha publicado La caricia de las amapolas, ganador del premio Saulo Torón 2015, y el cuento Delirium tremens, segundo premio en el VI concurso de relato corto de la ULPGC. Es estudiante de Medicina y actualmente trabaja con una beca de laboratorio concedida en Alemania.
Sandro Doreste Bermúdez (Las Palmas de Gran Canaria, 1992). Hijo de escritores, viajero, entusiasta del mundo de la fantasía, es uno de los escritores canarios que se mueve en este género. Actualmente continúa sus estudios y compagina con ellos labores de corrección editorial. Desde niño obtuvo varios premios escolares por relatos. Su primera obra publicada, La sombra de Eirok, vio la luz en abril de 2014 en el seno de la editorial Hakabooks. Sus siguientes obras han sido autopublicadas en abril de 2015 (Hijos de la luna) y octubre de 2016 (Jurmanarem).
Sikabi Cohen (Las Palmas de Gran Canaria, 1999). Lector. Filósofo. Cuentista. Poeta. Dramaturgo. Estudioso de literatura judeo-islámica; especializado en Al-Ghazali, Maimónides o Ibn Arabi. Autor de Saturno y el barro, Introducción a la cuestión mesiánica en el pensamiento judío, Sherezade constitucional y El ciervo de Dios y el psicoanálisis. Empezará este curso académico sus estudios universitarios en Ciencias Jurídicas.
Yauci Manuel Fernández Inglés (Santa Cruz de Tenerife en 1993. Grado en Psicología. Durante dos años formó parte de la Asociación de Jóvenes Talentos Matemáticos del programa Estalmat Canarias y quedó finalista de la Olimpiada Matemática Canaria en el año 2007. Ha publicado las novelas Dos palabras para enamorarte: El resurgir de la esperanza (2011), La biblioteca de Emma (2013) y Cada día cuenta (2015), obra que alcanzó la tercera edición en menos de un año.
Ylenia Perera Perera (Las Palmas de Gran Canaria, 1996). En 2014 inicia el Grado en Lengua Española y Literaturas Hispánicas. En 2012 recibe una mención en la Lista de Honor Oro del VII Premio de Literatura Jordi Sierra i Fabra para jóvenes. En 2013 fue galardonada con el tercer premio en el X Certamen Literario Ana María Aparicio Pardo. En 2017 recibió un accésit en el VIII Premio de Relato Corto sobre Vida Universitaria convocado por la ULPGC. Actualmente, su objetivo es dedicarse a la docencia y a la difusión de la literatura. También forma parte de Palma y Retama.
¿Qué les mueve?
Redes sociales
Les planteamos por qué escribir en redes sociales, por qué usar Internet como herramienta de escritura.
Covadonga García opina que «todos los formatos son válidos siempre y cuando la literatura tenga suficiente calidad como para ser publicada y leída. Dicho de otra forma, la cuestión no es si es mejor escribir en papel o en las redes. La cuestión es ser un buen escritor. Y para ello es necesario ser primero un buen lector».
«la literatura de las redes ha producido el fenómeno like: escribir cualquier simpleza, hueca y helada, con el fin de tener un momento de falsa satisfacción y una decena de me gusta»
Sikabi Cohen sostiene que escribir en las redes tiene también sus desventajas, porque a veces se desvirtúa la literatura con respecto al pensamiento y el deseo de sentirse admirados por los demás, «la literatura de las redes ha producido el fenómeno like: escribir cualquier simpleza, hueca y helada, con el fin de tener un momento de falsa satisfacción y una decena de me gusta».
Andrea Abreu nos dice que para ella ser reconocida y conocida en las redes «es muy guay porque esto significa que hay mucha gente joven que hace cosas. Cosas que se pueden compartir. Internet tiene muchas cosas malas pero que podamos leernos y compartir tanto con gente tan maravillosa».
Aida González, sin embargo, piensa que no hay un por qué para escribir en las redes. «Sí hay cosas que derivan de estar en las redes, pero no sé si podría contarte un por qué. Conozco a mucha gente que empezó a escribir con las redes sociales; de hecho, cuando yo tenía unos trece o catorce años las redes eran algo mucho más cerrado, en el sentido de que no nos interconectaban tanto. Y empezabas a publicar lo que escribías en Fotolog, en Tumblr, a veces ni siquiera se lo enviabas a nadie cercano. Al menos eso me parecía a mí. Yo publicaba mis textos a los catorce años en un blog. Mis amigos lo leían, a veces me seguía alguna persona que hacía lo mismo que yo. Creo que así fui aprendiendo a no tener miedo de compartir. Lo que quiero decir con esto es que muchas personas de mi generación comenzamos a usar Internet como cuaderno de escritura desde que éramos muy jóvenes. Por eso creo que no nos planteamos usar las redes como espacios donde alojar nuestra escritura (nuestra marca personal, nos decían en la facultad); es algo que sucede, y no solo a quienes crecimos con eso. Las redes sociales son una herramienta maravillosa para compartir y para conocer y para leer. Yo desayuno leyendo poemas en el móvil o viendo Facebook, y últimamente me parece que ambas cosas son lo mismo».
«Vivimos en una sociedad que infravalora la cultura, por lo que cualquier herramienta que permita su difusión debe ser aprovechada»
Pese a que en alguna ocasión sube poemas a Facebook, Rodrigo García es contundente: «No tengo medios propios donde publicar con asiduidad; tampoco los quiero».
Jorge Cáceres se plantea una par de dudas: «¿Para quién escribe usted? ¿Busca gustar o expresar una visión personal del mundo?» Todo escritor convive con esos dos aspectos fundamentales en su interior y siempre vivirá con ese dilema de ser comercial y vender, o ser genuino y tener que vivir de vender golosinas. Por supuesto, hoy en día nos encontramos con un panorama muy diferente, las nuevas tecnologías y la saturación de productos literarios en formatos cada vez más rápidos de consumir y peligrosamente fugaces nos hace hacernos una pregunta vital: ¿debemos abandonar el formato tradicional e invertir nuestros esfuerzos en algo que llegue con más facilidad a nuestros lectores o por el contrario debemos mantener el encanto del libro físico y de la novela extensa por ser esta idea más bella en su conjunto? Con lo que nos tenemos que quedar es con que lo importante es que las historias lleguen a la gente y no es tan trascendental el soporte que usemos para ello. Ya sea en libro o en blog, en animación o en videojuegos, por ejemplo. Debemos emocionar y seguiremos trabajando en ello. Y no importa las trabas que nos encontremos por el camino».
Para Beatriz Dominique Morales, las redes sociales son hoy en día «una herramienta eficaz para darse a conocer y para difundir los escritos que haces. No obstante, no todo es de color de rosa, ya que escribir conlleva tener una serie de seguidores y actualmente la cultura del entretenimiento suele nublar la lectura de historias largas. Tanto es así, que considero que estamos en un momento de cambio y por ello se buscan los microrrelatos o cuentos cortos para aquellos que, viviendo en una sociedad marcada por la prisa, puedan dedicarle un poco de tiempo a una de sus pasiones: la lectura. Escribir en las redes es sinónimo de globalizarte ya sea con muchos o pocos seguidores porque entramos en un mundo de interconexiones y a veces no sabemos hacia donde van a parar nuestros textos. Además, independientemente de que hoy es más fácil captar la atención mediante el mundo audiovisual que mediante la escritura, los fanfiction o los blogs enfocados en determinados temas se leen mucho, sobre todo por jóvenes que han crecido con las nuevas tecnologías al alcance de sus manos. Es por eso por lo que creo que en el futuro los lectores leerán a través de las redes sociales o mediante plataformas digitales».
«las redes sociales han cambiado nuestras formas de relacionarnos y de acercarnos a la información»
Por último, Ylenia Perera entiende que en los últimos años «las redes sociales han cambiado nuestras formas de relacionarnos y de acercarnos a la información. Hoy en día constituyen una de las principales herramientas de difusión, y, por ello la literatura puede encontrar en ellas un medio provechoso para llegar a la audiencia. Tanto autores que iniciaron su trayectoria antes de la irrupción de estas redes, como los que se inician en el oficio, cuentan hoy con perfiles en Internet que posibilitan establecer un contacto cercano con los lectores. En comparación con las vías tradicionales, las redes sociales nos permiten darnos a conocer de una manera relativamente sencilla y eficiente. En el caso de los jóvenes escritores, el mundo digital nos ha acompañado desde siempre y constituye un entorno en el que nos desenvolvemos con comodidad. No es extraño, entonces, que hayamos encontrado en este medio un canal ajustado a los tiempos que corren. Vivimos en una sociedad que infravalora la cultura, por lo que cualquier herramienta que permita su difusión debe ser aprovechada».
Audiencia
La importancia de este movimiento no estriba solo en la edad, sino en la cantidad de lectores que los siguen a través de publicaciones y ediciones digitales, cantidad de lectores que no se contabilizan porque no pasan por librerías o bibliotecas, porque no leen más que en sus móviles, PC o tabletas, desde cualquier parte del mundo, el metro, la guagua o un estadio de fútbol. Les hemos planteado si creen que hay muchos jóvenes lectores y si en realidad consideran que esta es una nueva forma de concebir y democratizar la literatura, globalizarla, romper clichés.
«Si más gente leyera a los clásicos, menos personas se atreverían a publicar tan rápido sus escritos»
Covadonga García opina que «hay muchos lectores, pero no tantos de clásicos. Todo el mundo habla del Quijote, pero muy pocos lo leen. Si más gente leyera a los clásicos, menos personas se atreverían a publicar tan rápido sus escritos. Tendrían más conciencia de lo que es la gran literatura y, por tanto, también serían menos osados».
Sikabi Cohen coincide en que se precisa más preparación, que las redes dan infinitas ventajas pero siempre y cuando sean aprovechadas, y es por tanto preciso leer más: «Dueños de blogs que ejercen su libertad sin conocer a Dostoyevski o Goethe. ¡Qué tipo de literatura puede nacer de esos intelectos!».
Aida González piensa que «es cierto que los jóvenes leen mucho. Estos días se ha hecho viral la historia de un tuitero, Manuel Bartual, que estuvo publicando durante días como si le estuvieran ocurriendo sucesos extraños. Hubo muchos comentarios del estilo de «si leyeran libros no les gustaría esta historia», «ojalá el diez por ciento de los lectores de Manuel Bartual leyeran un libro alguna vez»». «Bueno», prosigue, «lo cierto es que estas cosas me hacen sentir que se subestima a los jóvenes. ¿Por qué? Joven es un estado transitorio. Conozco tanto a personas de mi edad que leen, como a personas mayores que yo que leen, y también el caso contrario. ¿Hemos crecido con las pantallas? Bueno, hemos tenido acceso a muchas cosas, y lo que nos ha tocado es aprender a elegir».
«La acogida de mis poemas en ocasiones alimenta un interés editorial que me resulta aburrido y del que no quiero participar»
Rodrigo García no solo cree que se lee, sino que a veces se pone en duda la capacidad de la gente para leer o escribir poesía. «La acogida de mis poemas entre personas que no suelen leer con frecuencia poesía, en ocasiones alimenta un interés editorial que me resulta aburrido y del que no quiero participar. Tampoco quiero participar de la condescendencia y los fines no literarios que fluctúan entre algunos componentes. Es un mundo complicado, sucio añadiría. La razón es que, posiblemente, frente a otros poetas nunca he sentido la necesidad de separar mi producción artística de otros sectores de mi vida. Tampoco alejarme de ellos. A algunos escritores les sorprende que haya un comentario de un estudiante veinteañero que diga: «no entiendo lo que dices, pero te admiro muchísimo». No comprenden que un mundo tan endogámico como el poético pueda llegar con tanta permeabilidad a personas tan diversas».
Sandro Doreste se pregunta si alguien contabiliza a los lectores: «Por supuesto que hay jóvenes lectores y, ante todo, hay que recordar que los que no lo son de facto lo son en potencia. Esos chavalines sobre los que los pseudoiluminados dicen «la cultura se ha perdido, ya no leen», solo necesitan encontrar un libro adecuado, o un cómic en su defecto. Eso ayuda muchísimo a empezar».
Beatriz Dominique Morales insiste en que todo se basa en la actitud: «Crecí leyendo amplios libros de historia, la saga de Harry Potter o antologías poéticas como la de Gustavo Adolfo Bécquer y Pablo Neruda así que eso me ha llevado a buscar libros de gran extensión y en papel. Si entendemos, por tanto, que todo se basa en cómo hemos concebido la lectura desde la infancia, podremos adaptarnos al público actual y podremos concebir nuevas ideas de entender la literatura sin abandonar las concepciones que hemos heredado y aprendido».
«Nací sin la mano izquierda y con una parálisis facial. Estos motivos han sido suficientes para llevar en mí durante toda mi vida el hierro ardiente del estigma social»
Echedey Medina se confiesa un lector infatigable. Bebe de Cortázar, de García Márquez, de Lao-Tse y asegura sin pestañear: «Si he de buscar un factor externo que lo explique, si hay alguna circunstancia en la fantasía del cuerpo y el espejo que reclame esta pasión, creo yo que mi circunstancia debe haber sido la que formó mi identidad. Nací sin la mano izquierda y con una parálisis facial. Estos motivos han sido suficiente para llevar en mí durante toda mi vida el hierro ardiente del estigma social, la lacra mortal de la compasión, y lo más denigrante para el alma —que solo pide ser sin más, sin molestar a nadie—, el cuestionamiento a todas horas de mi capacidad intelectual, el estancamiento de los prejuicios que denuncio».
Yauci Manuel Fernández no duda en afirmar que «sin duda, hay más jóvenes lectores de los que se cree. Estamos viviendo una época de auge de los libros aunque no lo parezca. Es muy frecuente encontrar, por ejemplo, libros de la llamada nueva poesía entre los más vendidos de las grandes librerías del país. Eso ha surgido de las redes sociales, de compartir pequeños fragmentos que tienen emoción y sencillez. Además, eso también provoca un auge de gente que escribe y que busca formas nuevas de llegar a los lectores más allá de los eventos tradicionales. Aunque provoque controversia, nos beneficia a todos».
En cambio, Ylenia Perera considera que la lectura no es un hábito tan frecuente entre los jovenes, «pero tampoco lo es entre personas de mayor edad». «Me he encontrado, sin embargo», explica, «con un considerable número de amantes de la lectura entre mis compañeros de generación, por lo que no creo que la literatura esté todavía condenada a la extinción. Como apuntan los índices de venta, los libros más leídos son aquellos que vienen acompañados por una intensa labor de marketing. En mi caso, estudiar literatura fue lo que me permitió conocer las obras que se esconden detrás de los best sellers y disfrutar, así, de una gama literaria más amplia de la que nos ofrecen los escaparates».
Los jóvenes entrevistados leen, como hemos visto, a Gabriel García Márquez, Julio Cortázar Fiódor Dostoyevski o Lao-Tse. También a Ramón J. Sender, Pedro García Cabrera, Agustín Espinosa, Luis Humberto Crosthwaite, Fernando Pessoa, Cervantes, Dickens, Dickinson, Woolf, Lorca, Kafka, Austen, Tolstói, Dante, Proust, Camus, Duras, Clarín, Shakespeare… Pero también a Luna Monelle, Elvira Sastre, Bukowski, Irene X… una interminable lista que se va acoplando a los gustos de cada uno. La mayoría confiesa que se valen del entorno virtual no solo para difundir sus textos, sino también el de otros escritores.
Visiones de la literatura
Saber por qué escriben, cómo perciben la literatura actual, y específicamente en las Islas, es una curiosidad que no podíamos dejar pasar. Además, tomar el pulso a sus dificultades como jóvenes, saber si es más fácil o más complicado para ellos editar hoy en día, o si se lo plantean porque tal vez sólo se impliquen en ese mundo digital. Saber si participan de alguna forma en la vida cultural y literaria del Archipiélago.
«Aunque podamos ver las redes como un sitio a través del cual leer y conocer a los poetas, no podemos guiarnos nunca por el número de ‘likes’»
Aida González considera que «hay muy buenos y muy buenas poetas, y también hay a nivel nacional muchas editoriales que apuestan por propuestas de calidad. Es importante que las editoriales apuesten por la calidad, aunque esto sea una obviedad; pero estamos en la época del número de seguidores. Aunque podamos ver las redes como un sitio a través del cual leer y conocer a los poetas, no podemos guiarnos nunca por el número de likes. Creo que en Canarias se mueve y se puede mover mucha poesía joven. Tanto en un contexto como en otro».
La jovencísima Ainhoa Navarro recuerda: «El día en el que empezamos a hablar de poesía descubrí que, con la misma, no era la única adolescente que sentía y pensaba de más y que no sabía cómo transmitirlo al mundo. Ese fue y ha sido el mayor regalo que me ha hecho la literatura, y en sí la poesía. A partir de ella comencé a descubrirme a mí misma y todos los ámbitos que me rodean, ya que suelo escribir poemas o prosa de manera muy personal y experimental. De mano de la de otros autores que me acompañan, casi siempre en la mochila o el bolso, descubrí que desde mis letras podía cambiar mi mundo o incluso proponerme cambiar el mundo».
«Para ser sincero», comenta Kevin Afonso, «nunca pensé en escribir. Hasta que a finales de 2016 decidí retarme y ver qué era capaz de hacer. Recuerdo que cuando me senté delante de la hoja de papel había pensado en componer prosa pero me sentí muy disperso e incapaz de estructurar una simple línea. Justo después pensé en dejarlo, pero se me ocurrió probar con el verso; aunque ya mi mente estaba adelantándose a los acontecimientos y en mi cabeza revoloteaba la idea de que no me va a salir».
«Los escritores canarios nadamos a contracorriente en todo momento y en muchas ocasiones desistimos»
Con cierta experiencia ya en el mundo editorial y de promociones literarias, Yauci Manuel Fernández opina que a pesar de lo complicado que es el mundo de la literatura, «capaz de lo mejor y de lo peor», observa «cada día cómo se comporta como un mercado más en el que el dinero manda y los poderosos manejan. Eso a nivel local no ocurre tanto, pero las pequeñas rencillas entre escritores, libreros, distribuidores y editores hacen que se complique un poco más todavía. Voy frecuentemente a ferias del libro y presentaciones, y en muchas ocasiones, demasiadas, veo escritores cuya principal característica es el ego y su mirada por encima del hombro a cualquiera que tengan delante que pueda ser escritor. La competitividad llega a extremos que no parecerían normales en la cultura, pero así es. Resulta complicado entonces que estemos unidos y luchemos por causas comunes».
«Los escritores canarios nadamos a contracorriente en todo momento y en muchas ocasiones desistimos», afirma Jorge Cáceres. «Un pequeño ejemplo de problema que se puede encontrar un escritor local es que somos completamente invisibles a cualquier distribuidora, tanto externa como local. Sin contar con la cantidad de librerías que ni te escuchan por que no vienes respaldado por una gran editorial. Y de los diferentes partidos del gobierno ya ni hablamos, porque esperan a que lo hagas tú todo y luego vienen a sacarse una foto contigo para decir que están contribuyendo a la cultura. Y todo esto teniendo de beneficio un euro por cada libro, eso si consigues amortizar la inversión inicial. Suena duro y complicado, y lo es. Pero hay una fuerza superior que nos anima a seguir creando pase lo que pase y a experimentar nuevas formas de expresarnos».
Tal vez este tipo de poesía y narrativa corta sea efímero y las grandes editoriales no se fijen en quienes escriben, pero sin lugar a dudas los nuevos canales virtuales se inundan de poesía inédita, de relatos y microrrelatos que crean un punto de encuentro viral, literariamente hablando. Nos enfrentamos a un mundo virtual que crece y además aumenta el reclamo del directo que se hace en salas, pubs o discotecas. Algunos recitales se denominan llaman jam, como las clásicas sesiones improvisadas del jazz, y los libros que publican estos jóvenes poetas o narradores no son su pistoletazo de salida en el mundo literario, sino consecuencia de su incursión en él.